Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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martes, 29 de septiembre de 2009

Pigmalión, el logro del alma

El mito griego de Pigmalión expresa para mí, de una forma especialmente hermosa el tema universal del amante en busca de la amada. En este caso el escultor y rey de Chipre solamente verá colmados sus deseos al unirse con su alter ego celeste, la cual se le manifestará surgiendo de lo más profundo de sí mismo, como ideal de perfección y de belleza, plasmándose en su obra de arte.
Siempre ha estado allí, pero oculta en la materia, aquello que siempre ha buscado ha sido siempre lo más próximo. Su trabajo consistió en eliminar los velos que le hacian ignorar su presencia, para finalmente como ante un espejo perfectamente pulido, verse a sí mismo en ella reflejado.

El gran escultor florentino Miguel Angel muy influenciado por el neoplatonismo, decía que la Belleza se encuentra cautiva en el interior del bloque de marmol, el trabajo del artista consiste en liberarla de su prisión.





Pigmalión. Edward Burne-Jones



Dejo transcrito el texto sobre este mito tal como aparece en "Las metamorfosis", de Ovidio. Biblioteca Gredos.


"Pigmalión vivía solo y sin esposa, y llevaba ya mucho tiempo desprovisto de consorte. Por entonces esculpió con admirable arte una estatua de níveo marfil, y le dio una belleza como ninguna mujer real puede tener, y se enamoró de su obra. El rostro es el de una joven auténtica, de quien se hubiera creído que vivía y que deseaba moverse, si no se lo estorbara su recato: hasta tal punto el arte está escondido por obra del propio arte. La admira Pigmalión y apura en su corazón el fuego por aquel cuerpo ficticio. Muchas veces aproxima a la obra sus manos, que la palpan para comprobar si aquello es un cuerpo o es marfil, y aún no se resuelve a admitir que sea marfil. Le da besos y cree que ella se los devuelve y le habla y la coge, y le parece que sus dedos oprimen los miembros que tocan, y teme que se amoraten las carnes que él aprieta, y ya le dirige palabras acariciantes, ya le lleva, regalos gratos a las jovenes, conchas y torneadas piedrecitas y pajaritos y flores de mil tonos y lirios y pelotas de colores y lágrimas caídas del árbol de las Helíades; le adorna también con ropas los miembros, le pone piedras preciosas en los dedos, le pone un largo collar en el cuello; de las orejas le cuelga ingrávidas perlas, del pecho cadenillas. Todo le sienta bien; pero tampoco desnuda resulta menos hermosa. La tiende en un lecho de ropas teñidas por la concha de Sidón (de púrpura), y la llama compañera de su tálamo, y reclinándole el cuello lo hace reposar en medio de blandas plumas, como si ella lo fuera a notar.
Había llegado el día de la fiesta de Venus, el más celebrado en toda Chipre, y habían caído, golpeadas en la nívea cerviz, vacas con amables cuernos recubiertos de oro, y humeaba el incienso, cuando Pigmalión, después de realizar su ofrenda, se colocó junto al altar, y empezando timidamente: "si los dioses podéis darlo todo, yo anhelo que mi esposa sea..." y no atreviéndose a decir "la joven de marfil", dijo "semejante a la joven de marfil". La áurea Venus, que asistía en persona a sus fiestas, comprendió lo que significaba aquella súplica, y, como augurio de su favorable voluntad, por tres veces se encendió la llama y levantó por el aire la punta. Cuando volvió Pigmalión, va en busca de la imagen de su amada, e inclinándose sobre el lecho le dió besos: le pareció que estaba tibia; le acercó de nuevo los labios, y también con las manos le palpó los pechos: el marfil, al ser palpado, se ablanda, y despojándose de su rigidez cede a la presión de los dedos y se deja oprimir, como la cera del Himeto se reblandece al sol, y moldeada por el pulgar se altera adquiriendo múltiples conformaciones, y es el propio uso el que la hace útil. Él se queda atónito y vacila en regocijarse y teme ser víctima de una ilusión, y entre tanto, inflamado de amor, vuelve una y otra vez a tocar con las manos el objeto de sus ansias. ¡Era un cuerpo! Laten las venas palpadas por los dedos. Entonces es cuando el de Pafos (ciudad de Chipre) pronuncia palabras elocuentes con las que quiere dar gracias a Venus, y oprime con sus labios labios al fin verdaderos, y la joven sintió que se le estaba besando y se ruborizó, y levantando tímidamente los ojos y dirigiéndolos a los de él, vio, a la vez que el cielo, a su amante. A la boda que era su obra asiste la diosa, y cuando ya por nueve veces se habían juntado los cuernos de la luna formando el disco completo, dio ella nacimiento a Pafos, de la cual ha tomado la isla este nombre."

jueves, 24 de septiembre de 2009

El sentido de la unidad

Interior de cúpula en el Alcázar de Sevilla


"Rutilantes como ascuas de oro, los cristales de nieve
reverberan en lo alto, sin caer jamás.
Su luminoso tornasol
nos da testimonio de este mundo de formas cambiantes
y a la vez nos devuelve a nuestra morada celeste.
Si bien aún nos encontramos sumidos
en el olvido del mundo,
allá en lo alto somos esos cristales de oro
incrustados para siempre en la diadema espejeante
de la Esencia luminosa.
Porque todas las cosas se desvanecen
salvo el rostro de Dios."
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Seyyed Hossein Nasr, Geometría dorada en el Alcázar (Sevilla,1985)

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El joven y el hada

El hombre pútrido (S. Trismosín, Splendor solis, 1532-35)



"Entre los regalos, se encontraba un cofre que el joven siempre había soñado poder abrir. Lo hizo enseguida y en él encontró la descripción del rostro de su bienamada.
Cada vez más inflamado de amor, el joven se entregó a encantamientos hasta que, al cabo de cuarenta días, el hada se le apareció. Al examinarla de pies a cabeza descubrió que había surgido de él mismo.
Asombrado, dijo: "¿Cómo has podido penetrar así en mi?".
Ella respondió: "Desde el primer día, siempre estuve contigo; soy tu alma. Lo que buscas sin cesar no es distinto de ti mismo. ¿Por qué no quieres usar tu inteligencia?
Si miras bien, verás que el universo entero no es distinto de ti mismo; tú eres el alma gemela de todas las cosas, dentro y fuera de ti".

Farid ud-Din Attar