Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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sábado, 26 de junio de 2010

El Arte de morir


Giuseppe Sanmartino, Cristo yacente


Todo cambio de estado es a la vez una muerte y un nacimiento, dependiendo del lado desde el que se contemple: muerte en relación al estado precedente, nacimiento en relación al subsiguiente. La iniciación es calificada generalmente de "segundo nacimiento", lo que de echo es. Pero este "segundo nacimiento" necesariamente implica muerte al mundo profano.

René Guénon



El viaje no es como lo narra el Télefo de Esquilo, que dice que el camino de la muerte es sencillo. A mí me parece que ni es sencillo ni único, ya que en ese caso no se necesitarían guías, pues nadie se extraviaría nunca... De hecho parece que presenta numerosas bifurcaciones y encrucijadas.

Platón, Fedón 108a



Hallarás a la izquierda de la mansión de Hades una fuente, y al lado de ella un blanco ciprés. A esa fuente no te aproximes. Pero encontrarás otra, del Lago de la Memoria, fresca agua que va fluyendo, y hay guardias ante ella. Di: "Yo soy criatura de la Tierra y del Cielo estrellado: Pero mi raza es del Cielo (solamente). Esto vosotros lo sabéis. Pero me consumo de sed y perezco. Dadme prestamente la fría agua que va fluyendo del Lago de la Memoria".
Y por sí mismos te darán de beber de la fuente sagrada. Y después entre los demás héroes tendrás señorío.

Láminas Órficas



A la divina Inanna le dijo:
"¡Ven, Inanna, entra!"
Y cuando ella entró,
La shugurra, la corona de la Llanura, le fue quitada de la cabeza.
"¿Qué es esto?, dijo ella.
-Guarda silencio, inanna, las leyes de los infiernos son perfectas.
¡Oh, inanna, no desapruebes los ritos de los infiernos!"
Cuando ella franqueó la segunda puerta,
la varilla y el cordel para medir lapislázuli
le fueron quitados.(...)
Cuando ella franqueó la tercera puerta,
Las piedrecitas de lapislázuli le fueron quitadas de la garganta.
Cuando ella franqueó la cuarta puerta,
Las piedras-nunuz gemelas le fueron quitadas del busto.
Cuando ella franqueó la quinta puerta,
El anillo de oro le fue quitado de la mano,
Cuando ella franqueó la sexta puerta,
El pectoral "Ven, hombre, ven" le fue quitado del pecho.
Cuando ella franqueó la séptima puerta,
El ropaje-pala de señora le fue quitado del cuerpo.
Doblada y humillada, fue llevada desnuda ante Ereshkigal.
La divina Ereshkigal ocupó su lugar en el trono.
Los anunnakis, los siete jueces, pronunciaron su sentencia ante ella.
Ella fijó su mirada en Inanna, una mirada de muerte,
Ella pronunció una palabra contra ella, una palabra de cólera,
La débil Mujer fue transformada en cadáver,
Y el cadaver fue suspendido de un clavo.

Tablilla sumeria



¡Salve, dioses de las cavernas, habitantes del Occidente! ¡Salve, guardianes de las puertas, que veláis ante el dios, que presentáis los informes ante Osiris! Sois sagaces sois poderosos, aniquiláis a los enemigos de Ra, ilumináis, disipáis las tinieblas y veis al más prestigioso de los grandes, vivís como él vive, dais gracias a Aquel que está en su disco. ¡Guiad a N. sobre vuestros caminos! Que su alma acceda a vuestros misterios, porque es uno de los vuestros.

El libro de los muertos (de los antiguos egipcios)



Morid antes de morir

Muhamad


"¿Qué ocurre si uno muere? ¿Qué pasa si uno se arruina? Muérete, arruinate". En ese sentido no hay dolor tras la muerte. ¿Qué se quiere designar con esa clase de muerte? La aniquilación del ego, aunque el cuerpo esté vivo.

Sri Ramana Maharshi


Los muertos que han muerto en la Divinidad están más allá de nuestra comprensión, como lo están los muertos que mueren aquí para el cuerpo. Esta muerte es la búsqueda eterna del alma. Muerta en las tres Personas, deja atrás su nada y es arrojada en la Divinidad.

Eckhart


Cristo muerto, Hans Holbein el joven


El doble sólo parece, pero el Uno es,
Entrega tu sí a la aniquilación de sí,
de modo que ese falso Dos pueda vivir en ese Uno verdadero.

'Attâr


En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y no muere, quedará solo, pero si muere, llevará mucho fruto.

Juan, 12, 24-25


Lo que tú siembras no nace, si no muere.

1 Corintios, 15, 36


La muerte debe preceder a la perfecta unión.
Tu substancia nunca será blanca si primero no ha sido negra.

Filaleteo


Nadie puede salvarse hasta que haya nacido de nuevo.

Hermes


Al morir, vivo.

Al-Hallâj


A donde yo voy no podéis venir vosotros.

Juan, 8, 21


El que no se convierta en un experto en aniquilación no descubrirá el hermoso rostro de la novia.

Abu 'l-Mawâhib ash-Shâdhili


Ningún hombre, si sólo es hombre,
será complacido con nada
hasta que sea reducido a nada.

Shakespeare (Ricardo II, V,v, 39)


Nada puede vivir eternamente, sino lo que ha vivido desde toda la eternidad.(...)
El alma caída, realmente muerta para el reino de los cielos, no puede ser ayudada sino por un nuevo nacimiento de la luz y el Espíritu del cielo, realmente manifestados de nuevo en ella.(...)
Un grano de trigo tiene el aire y la luz de este mundo encerrados o incorporados en él... Por otra parte, ese gran océano de luz y de aire, teniendo su propia descendencia oculta en el corazón del grano, tiene una perpetua e intensa tendencia a unirse y comunicarse de nuevo con él.... Pero aquí debe ser bien observado que este deseo recíproco no puede hacerse realidad hasta que la cáscara y la parte gruesa del grano se corrompen y mueren; hasta que eso no ocurre, él misterio de la vida allí oculto no puede manifestarse. Que el lector saque de aquí sus consecuencias.

William Law


La substancia es disuelta en un baño, y sus partes, reunidas por putrefacción. En cenizas, florece.

Basilio Valentín


Esta transformación es tan sagrada que debe realizarse en la obscuridad

Alce Negro


El misterio de nuestro arte, que ocultamos con tan gran cuidado, es la preparación del mercurio, que no puede encontrarse en la tierra listo para nuestro uso. Pero, una vez separado, es "nuestra agua", en la que se disuelve el oro, y mediante esa disolución la vida latente del oro se libera, y recibe la vida del disolvente mercurio, que es para el oro lo que la buena tierra para el grano de trigo. Cuando el oro se ha pudrido en el mercurio, entonces, de la descomposición de la muerte, surge un nuevo cuerpo, de la misma esencia pero de una substancia glorificada.

Filaleteo


¡Arriba, alma noble! Sal de ti y ve tan lejos que no vuelvas jamás, y entra en Dios tan profundamente que nunca puedas salir de nuevo.

Eckhart


El león de este mundo busca presa y provisión; el león del Señor busca libertad y muerte.

Rûmî


Cuando veas en el camino una cabeza cortada,
rodando hacia nuestro campo,
pregúntale, pregúntale, los secretos del corazón,
pues de ella aprenderás nuestro oculto misterio.

Diwan de Shams de Tabriz


Icono de Chinamasta


La experiencia nos ha demostrado que para tener un conocimiento puro de cualquier cosa deberiamos habernos liberado del cuerpo.

Platón (Fedón, 66e)


Y si el vino que bebes, el labio que presionas
terminan en la Nada en que todas las cosas terminan,
imagínate entonces, mientras eres, que no eres sino lo que
serás: nada. No serás menos.

Omar Khayyâm


El sentimiento de "yo" y "mio" es resultado de la ignorancia.

Sri Ramakrishna


La palabra "yo" no existe para el que siempre ve el "Si"

Shiva Samhitâ, V, 208


En la medida en que la noción de primera persona existe, las nociones de segunda y de tercera persona también esxisen. Cuando, mediante la reflexión sobre la propia realidad, la noción de primera persona es destruida, las nociones de segunda y de tercera persona también desaparecen, y el resultado es sólo el verdadero estado del Sí, revelado en el Uno.

Sri Ramana Maharsi


"Yo" y "tú" somos el velo
entre el cielo y la tierra.

Shabistarî


Rompe el ídolo de arcilla, para que puedas contemplar el rostro de lo Bello.

Diwan de Shams de Tabriz, XLII


Los vivos vienen de los muertos como los muertos vienen de los vivos.

Platón (Fedón, 72a)


Un signo manifiesto de este retorno de las cosas a su origen ha sido colocado en los seres vivos por la más sagrada de la naturaleza. Nuestro aliento de vida, que obtenemos de arriba, del aire,lo hacemos subir de nuevo al lugar del que venimos.

Hermes


Trato de devolver lo divino en mí mismo a lo divino en el Todo.

Plotino (últimas palabras segun la Vida de Plotino de Porfirio)


La muerte es un puente por el que el amante se une al Amado.

'Abd al-Azîz b. Sulaymân


De vosotros (los druidas), aprendemos que... la muerte es el centro, no el final, de una larga vida.

Lucano

El hombre verdaderamente sabio no llora ni por los vivos ni por los muertos.

Bhagavad-Gitâ, II, 11


El propósito de esta vida mortal es alcanzar la orilla de la inmortalidad conquistando a la vez la vida y la muerte.

Shrîmad Bhâgavatam, XI, xiii



Escultura de Joaquín Huertas. Sin título, 2002

Bibliografía:

Samuel Noah Kramer, La historia comienza en Sumer

W. K. C. Guthrie, Orfeo y la religión griega

Philip Rawson, El arte del Tantra

Francisco Diez de Velasco, Los caminos de la muerte

Whitall N. Perry, Tesoro de sabiduría tradicional

El libro de los muertos de los antiguos egipcios

René Guénon, Apercepciones sobre la iniciación


domingo, 20 de junio de 2010

Misticismo Astral


Como miré la Tierra durante bastante tiempo, él me preguntó: "¿Hasta cuándo, Africano, fijarás tu atención en el suelo? ¿Acaso no ves los templos a los que has venido? Tienes ante ti los nueve círculos, o mejor dicho, las nueve esferas, una de las cuales es la celeste, la más alejada, que rodea a todas las demás: es el dios supremo en persona, quien engloba y contiene las otras. En ella están fijadas las estrellas, que giran con movimiento perpetuo. Debajo de ellas están situadas las siete esferas que giran al revés, en sentido contrario al de la rotación del cielo.
Esa estrella que en la Tierra llaman Saturno ocupa una de ellas. Después viene aquel astro fulgurante, próspero y beneficioso para el género humano que recibe el nombre de Júpiter. A continuación, aquel que denomináis Marte, rojizo y horrible para la Tierra. Después, más o menos en la zona central, reina el Sol, guía soberano y moderador de los demás cuerpos luminosos; es la mente y el regulador del mundo, y sus dimensiones son tales, que ilumina y envuelve con su luz todo el universo. Lo acompaña, a su vez, la órbita de Venus y la de Mercurio, y, en la esfera inferior, gira la Luna, alumbrada por los rayos del Sol. Debajo de ésta, por último, ya no hay nada que no sea mortal y perecedero, excepto las almas, don que los dioses concedieron al género humano. Por encima de la Luna todo es eterno. En lo que respecta a la novena esfera, que se halla en el medio, la Tierra, es inmóvil y se encuentra en la parte más baja, y hacia ella tienden todos los cuerpos pesados según su gravedad."

Marco Tulio Cicerón, El sueño de Escipión



El siguiente texto es un extracto de la V conferencia titulada Misticismo Astral que aparece en la obra Astrología y Religión, del gran investigador de la Antigüedad Franz Cumont editada por Edicomunicación S. A.
Al final de la entrada se encuentra un video con la música inspirada en el planeta Neptuno de Gustav Holst, considerado por él como "El místico", y con la que podeis acompañar la lectura.

Una teología basada en teorías de mecánica celeste, que deificaban meras abstracciones como el Tiempo y sus subdivisiones, que atribuían caracter sagrado a los propios números, debería haber sido probablemente rechazada a causa de su riguroso carácter metafísico. Creación de los astrónomos, parece imposible que llegase a atraer la atención de nadie salvo de la élite de intelectuales, o a imponerse sobre la mente de nadie a excepción de los especulativos. Os sorprenderá, a primera vista, que una religión tan árida y oscura fuese capaz de conquistar el mundo antiguo, y os preguntaréis cómo pudo hacerse con las almas de los hombres y arrastrar a una multitud de creyentes. La respueta estriba en que este poderoso sistema, establecido para satisfacer la inteligencia, consiguió ejercer un atractivo mucho más eficaz sobre la emoción. Si los cultos de Oriente pretendian responder a todas las preguntas que el hombre se plantea en relación al mundo y a sí mismo, también pretendían exaltar sus emociones, haciendo nacer en él el arrebato del éxtasis. La inclinación hacia el misticismo, uno de los rasgos del sirio Posidonio, era compartida por todos los adeptos delos credos "caldeos". Intentaremos analizar aquí el carácter de este misticismo sideral, forma original de devoción -si se le puede llamar así-, una curiosa y poco conocida expresión del sentimiento religioso en los días de la Antigüedad, y mostrar asimismo la doctrina ética que se derivó, así como la correspondiente forma de adoración, y su reconciliación con el fatalismo. Una vez expuesta la teoría, pasemos a la práctica.



La magnífica apariencia del cielo centelleante ha impresionado siempre vivamente a la Humanidad, y quienquiera que haya disfrutado del suave resplandor de la noche oriental, comprenderá cómo en esa región la adoración había sido siempre estimulada de modo natural por los inextinguibles centros de luz allá en el cielo. Pero esta "emoción cósmica", como ha sido llamada, varía constantemente según la idéa previa existente sobre el Universo. Hay probablemente una enorme distancia entre las ideas del hombre primitivo que, cuando alzaba los ojos hacia el firmamento, lo hacía temeroso de que esta sólida bóveda cayese y se estrellase sobre él, y la veneración de alguien como Kant quien, considerando que los sisemas estelares se apilaban hasta el infinito por encima de él, se encontraba en la misma respetuosa adoración que sentía por la ley moral que percibía en su interior mediante la razón. Este sentimiento ha ido evolucionando con el progreso del conocimiento, y en proporción con la precisión alcanzada por las corrientes ideológicas sobre inmensidad y eternidad. Los griegos no asimilaban el cosmos, como nosotros, con la sofisticada idea de una extensión que se prolonga hasta el infinito más allá de la más distante nebulosa que pueda ser alcanzada con el telescopio. El mundo tenía sus límites. Por encima de la esfera de las estrellas fijas, que rodeaban al mundo por todas partes, los Antiguos suponían que no había nada salvo un vacío o el éter.El cielo para la astronomía era como la Tierra para la geografía, una expresión mucho más limitada delo que es hoy en día. La vasta extensión de las constelaciones visibles no era tan sobrecogedora para ellos como lo es el conocimiento científico para nosotros, y las distancias en que se situaban estos cuerpos, no les sugerían, como nos ocurre a nosotros, una distancia tan grande que su extensión trasciende los límites de la imaginación y que ni siquiera los números nos pueden ayudar a comprender. Cuando observaban las profundidades del espacio, no se sobrecogían en la misma medida que nosotros al mirar aturdidos a los abismos, ni siquiera se sentían arrebatados por ese sentimiento de la propia pequeñez. Ellos no hubieran proclamado -como Pascal al meditar en la desproporción entre el hombre y la naturaleza, inconmensurable e indescriptible-: "El silencio eterno de estos espacios infinitos me asusta". El sentimiento que brotaba en los Antiguos estaba principalmente marcado por la admiración. Séneca desarrolla la idea de que las estrellas, incluso sin tener en cuenta los beneficios que aportan a nuestra tierra, provocan nuestra maravilla por su belleza y requieren nuestra adoración por su majestad. De los capítulos dedicados a celebrar su esplendor, citaré tan sólo uno, cuyo toque final aclarará la diferencia que separa las concepciones antigua y moderna. Manilius termina su quinto libro con una grandiosa descripción del resplandor de esas noches sin Luna, cuando incluso las estrellas de la sexta magnitud encienden sus abundantes y centellantes hogueras, semillas de luz en medio de la oscuridad. Los templos resplandecientes del cielo brillan entonces con antorchas más numerosas que las arenas de la playa, que las flores de la pradera, que las olas del océano y que las ojas del bosque. "Si la Naturaleza -añade el poeta-, les hubiera otorgado el mismo número de poderes que estrellas hay en el firmamento, el propio éter sería incapaz de soportar sus llamas, y el incendio del Olimpo consumiría el mundo entero". Hemos visto como la admiración por la belleza del cosmos y el descubrimiento de la armonía celestial les llevaron a la declaración de la existencia de una Providencia guía del camino. Pero no es ésta la característica principal de la doctrina: todos los sistemas de teología invocan el orden de la Naturaleza como prueba de la existencia de Dios. Lo más sorprendente es que tomaran esta "emoción cósmica" que todo hombre siente y la transformara en un sentimiento religioso. Las estrellas resplandecientes, que persiguen eternamente su silencioso curso por encima de nosotros, son divinidades dotadas de personalidad y animadas por sentimientos. Per otra parte, el alma es una partícula desprendida de los fuegos cósmicos. El calor que anima el microcosmos humano, es parte de la misma sustancia que vivifica el Universo, y la razón que nos guía comparte la naturaleza de esas luminarias que le iluminan. Siendo ella misma una esencia ardiente, es afín a los dioses que lucen en el firmamento. Así, la contemplación del cielo se vuelve una comunión. El deseo que siente el hombre por fijar sus ojos en esa bóveda repleta de estrellas, es una pasión divina que le transporta. La llamada del cielo le conduce hasta los espacios radiantes. En el esplendor de la noche, su espíritu se embriaga con el brillo que las hogueras celestes despliegan sobre él. Como poseído, o como coribante (sacerdotes de Cibeles que con sus flautas turbaban la razón a los que tomaban parte en sus fiestas) en el delirio de su orgía, se entregaba al éxtasis, que le libera de las limitaciones de la carne y le eleva por encima de la nebulosa de su atmósfera, a las serenas regiones donde se mueven las infinitas estrellas. Nacido en alas del entusiasmo, se proyecta a sí mismo en la niebla de ese coro sagrado siguiendo sus movimientos armónicos. Participa así en la vida de estos dioses luminosos, que él, desde abajo, contempla centellear en el resplandor del éter; ya antes de su cita con la muerte participa en su divinidad, y recibe su revelación en un rayo de luz, que con su resplandor llega a deslumbrar el ojo de la razón. Tales son los sublimes pensamientos en que se deleitaba la mística elocuencia de Posidonio. Sin embargo, en esta teología ilustrada, cuyos primeros autores fueron astrónomos, la erudición nunca perdería sus derechos. El hombre, atraído por el brillo del cielo, no sólo encuentra un indescriptible placer en considerar la danza rítmica de las estrellas, reguladas por las armonías de una música divina producida por los movimientos de las esferas celestiales, sino que, no cansado de este repetido espectáculo no se limita a disfrutarlo.


Atlas Universal de Diogon Homen. Reproducido del original por Moleiro Editor


La sed de conocimiento, innata en el ser humano, le impulsa a investigar sobre la naturaleza de estos cuerpos brillantes cuyo resplandor le alcanza, a descubrir las causas y las leyes de sus incesantes movimientos. Aspira a comprener el curso de las constelaciones y el sinuoso camino de los planetas, que le revelarán las leyes de la vida y los secretos del destino. Al acercarse a los límites del cielo, su deseo de comprenderlos se inflama a medida que experimenta su satisfacción. Los medios que le conducen hasta las regiones más elevadas, no aturden su mente sino la iluminan. ¿Acaso no son todos los descubrimientos de la astronomía revelaciones de su naturaleza hechas por los dioses siderales a sus más queridos discípulos? Esta mística contemplación del cielo, fuente de toda inteligencia, pasará a ser el ideal religioso de los más nobles espíritus. El astrónomo Ptolomeo, quien alcanzó la mayor influencia entre todos los sabios de la Antigüedad, olvidará sus complicados cálculos y sus arduas investigaciones para alabar este éxtasis. De él hemos tomado la siguiente cita: "Como mortal que soy, sé que he nacido y viviré para un solo día, pero cuando contemplo esa apretada multitud de estrellas en su trayectoria circular, mis pies dejan de tocar la tierra y me elevo hasta el propio Zeus, quien me agasaja con cánticos celestiales, alimento de dioses".


Comparemos este sereno éxtasis con los arrebatos de la embriaguez dionisíaca, como describe Eurípides tan claramente en Las Bacantes, y comprenderemos enseguida la distancia que separa esta religión astral de los primeros paganos. En una de ellas, bajo el estímulo del vino, el alma se comunica con las exuberantes fuerzas de la Naturaleza, y la desbordante energía de la vida física se manifiesta en una tumultuosa exaltación de los sentidos y un impetuoso desorden del espíritu. En la otra, la razón sacia su sed de verdad con luz pura; y "la sobria embriaguez" que le exalta hasta las estrellas, no enciende en ella sino un ansia apasionada por el conocimiento divino. La fuente de misticismo se transfiere de la Tierra al cielo.
Nosotros, que en nuestras nórdicas ciudades apenas si percibimos la luz de las estrellas, velada continuamente por nieblas y paliada por los humos, nosotros, para quienes las estrellas son meros cuerpos en estado de incandescencia movidos por fuerzas mecánicas, podemos dificilmente comprender la fuerza del sentimiento religioso que las estrellas inspiraban en los antiguos. La indefinible impresión que producen los espectáculos de la Naturaleza, el deseo incontenible por demostrar las causas de sus fenómenos, eran en su caso combinados con las aspiraciones de la fe hacia esos "dioses visibles", que siempre estaban presentes para ser venerados. La pasión por el conocimiento y el ardor de la devoción, fueron mezclados en la profunda emoción suscitada por la idea de una comunión entre el hombre y la armonía de los cielos.

Manuscrito otomano sobre astrología. En su interior aparece representado el sistema Ptolemaico con los círculos planetarios por el que se basaría la teoría de la música de las esferas.




Hasta aquí el fragmento seleccionado del texto de Franz Cumont. Para finalizar esta entrada dejo otro pasaje de El sueño de Escipión, de Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.), texto influido sin duda por la metafísica visión del Universo que aquí se nos muestra. En esta ocasión, se relata la forma en que se produce la música de las esferas por la que es sorprendido el protagonista en su "onírico" viaje sideral.

Cuando me hube recuperado de mi asombro ante la visión de todas aquellas cosas, pregunté: «¿Qué es esa dulce y maravillosa melodía que llena mis oídos?»
«Eso», respondió él, «es esa armonía que, afectada por la combinación de intervalos irregulares, y sin embargo en armoníosas proporciones y separados así con razones, se debe al impulso y movimiento de las propias esferas: la luz combinada con los tonos más graves; los diversos sonidos, que uniformemente hacen una gran sinfonía. Pues no con silencio pueden hacerse esos movimientos hacia adelante, y la Naturaleza nos lleva a la conclusión de que los extremos dan una nota baja en un lado y una alta en el otro. Así la esfera celestial cuyo curso estelar es más rápido da un sonido alto y agudo; siendo el tono más grave el de la esfera lunar, que es inferior; pero la Tierra, la novena esfera, permanece inmóvil, siempre fija en la sede inferior en el lugar medio del Universo. Además, los movimientos de estas ocho esferas que están por encima de la tierra, y de las que la fuerza de dos es la misma, producen siete sonidos apoyados en intervalos regulares; cuyo número es el principio conector de casi todas las otras cosas. Hombres Instruidos, habiendo imitado este misterio divino con instrumentos de cuerdas y armonías vocales, se han ganado para sí mismos el regreso a este lugar al igual que otros que, dotados de una sabiduría superior, han cultivado las ciencias divinas incluso en la vida humana.»
«Ahora los oídos de los hombres se han vuelto sordos a esta melodia; no hay en vosotros un sentido más apagado. Lo mismo que en ese lugar que se llama Catatdupa, en donde el Nilo cae desde las altas montañas, las gentes que allí viven han perdido el sentido del oído por la magnitud del sonido, así ciertamente, un tremendo volumen de sonido surge de la rápida revolución de todo el Cosmos, pero los oídos humanos no son capaces de recibirlo, del mismo modo que sois incapaces de mirar directamente al Sol, cuyos rayos ciegan y vencen los sentidos.»



Neptune, the Mistic. Gustav Holst

domingo, 13 de junio de 2010

Sobre la Belleza

Y mi espíritu es un espíritu para todos los espíritus (de los seres creados); y todo lo que ves de belleza en el universo procede de la generosidad de mi naturaleza.

Ibn al-Fârid


La experiencia estética pura es la de aquellos que tienen un conocimiento innato de la belleza ideal; es conocida intuitivamente, en extasis intelectual sin participación de pensamiento, en el nivel más alto del ser consciente; nacida de una madre con visión de Dios, su vida es, como si dijéramos, un relámpago de luz cegadora de origen transmundano, imposible de analizar, y sin embargo imagen de nuestro mismo ser.

Sâhitya Darpana, III, 2-3


La Belleza absoluta es la Majestad divina investida con (los atributos de) poder y generosidad. Toda belleza y perfección manifestadas en los diversos grados de seres es un rayo de Su Belleza perfecta allí reflejada. Es de estos rayos de los que las almas exaltadas han recibido su marca de belleza y su calidad de perfección.

Jâmî

Grabado de Gustavo Doré de la Divina Comedia. En él se ilustra la escena de la contemplación de la Rosa Mística del Canto XXXI del paraíso: "Todas estas almas tenían el rostro de llama viva, las alas de oro, y lo restante de tal blancura, que no hay nieve que pueda comparársele. Cuando descendían por la flor de grada en grada, comunicaban a las otras almas la paz y el ardor que ellas adquirían volando; y por más que aquella familia alada se interpusiera entre lo alto y la flor, no impedían la vista ni el esplendor, porque la luz divina penetra en el universo según que éste es digno de ello, de manera que nada puede servirle de obstáculo".


Venid, átomos errantes, volved a vuestro centro y convertíos en el espejo eterno que habéis contemplado.

'Attâr


Quien ha sido así instruido en las cosas del amor y ha aprendido a ver la belleza en el orden y la sucesión debidas, cuando llegue hacia el final percibirá de repente una naturaleza de maravillosa belleza (y ésta, Sócrates, es la causa final de todos nuestros esfuerzos interiores), una naturaleza que, en primer lugar, es eterna, que ni nace ni perece, ni crece ni mengua; que, en segundo lugar, no es bella desde un punto de vista y horrible desde otro, o bella en un momento determinado, o respecto a una cosa o en un lugar, y horrible en otro momento, o respecto a otra cosa o en otro lugar, como si fuera bella para unos y horrible para otros... sino Belleza absoluta, autosuficiente, simple y eterna, de la que sin disminución y sin aumento, sin ningún cambio, se participa la belleza creciente y perecedera de todas las demás cosas. El que desde este ascenso bajo la influencia del verdadero amor, comienza a percibir esa Belleza, no está lejos del fin. Y el justo orden para acercarse, ya sea por uno mismo o conducido por otro, a las cosas del amor, es empezar desde las bellezas de la tierra y ascender por medio de esa otra Belleza, utilizando aquéllas sólo como peldaños, y pasar de cada uno al siguiente, y de éstos a todas las formas bellas, y de las formas bellas a las prácticas bellas, y de las prácticas bellas a las ideas bellas, hasta que a partir de las ideas bellas se llega a la idea de la Belleza absoluta, y al fin se conoce la esencia de la Belleza.

Platón (El banquete, 211)


Dios es bello y ama la belleza.

Muhammad


Cuando uno se acerca a lo Maravilloso, no sabe si el arte es Tao o si el Tao es arte.

Hui Tsung
.

Todo lo que es dulce, delicioso y amable en este mundo, la serenidad del aire, la delicadeza de las estaciones, la alegría de la luz, la melodía de los sonidos, la belleza de los colores, la fragancia de los olores, el esplendor de las piedras preciosas, no es sino el Cielo que atraviesa el velo de este mundo, manifestándose en ese nivel y proyectando la variedad que está en su propia naturaleza.

William Law


El platónico Plotino platica sobre la Providencia y a partir de la belleza de las flores y el follaje, prueba que del supremo Dios, cuya belleza es invisible e inefable, la Providencia baja incluso a estas cosa terrenas; todas las cuales, tan transitorias y pasajeras, no podrían extraer su belleza peculiar, tan rica y tan variada, sino de esa Belleza intelectual e inmutable que las conforma todas.

San Agustín


El ser es deseable porque es idéntico a la Belleza, y la Belleza es amada porque es Ser... Nosotros mismos poseemos la Belleza cuando somos auténticos con nuestro propio ser; la fealdad aparece al cambiarnos a otra naturaleza que no es la nuestra; conociéndonos a nosotros mismos, somos bellos; en la autoignorancia, somos feos.

Plotino
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Cuando, en el transcurso de la caza diaria, el cazador piel roja se encuentra con una escena particularmente bella o sublime -una obscura nube de tormenta con el arco iris resplandeciente por encima de la montaña, una blanca cascada en el corazón de un verde desfiladero, una pradera inmensa con el color sangre del crepúsculo- se detiene un instante en actitud de adoración.

Ohiyesa


Lo que comunica la forma a las formas es sin forma; por eso el Tao no puede ser delimitado por un nombre.

Chuang-tse


Cada Sephirah tiene un nombre específico, por el que también los ángeles son nombrados, pero Tú (la Esencia incognoscible) no tienes un nombre específico, pues eres el Único que llena todos los nombres y le das un verdadero significado.

Zohar (La "oración de Elias")



Comprender los diferentes órganos del caballo no es comprender el caballo . Lo que llamamos caballo existe antes de sus diferentes órganos.

Chuang-tse


Puesto que existe el Bien en todas las cosas buenas, debe proceder de otra parte (que del mundo de las cosas); esa fuente debe ser un Bien absoluto y único. Así se nos revela el Originalmente Existente, el Bien, por encima de todo lo que tiene ser. Bien sin mezcla, que todo lo transciende, Causa de todo, el Hacedor, como lo más consumado, debe superar lo hecho.

Plotino


Debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, pues es el autor de la belleza quien hizo todas las cosas...
Pues en la grandeza y hermosura de las criaturas, proporcionalmente se puede contemplar a su Hacedor original.

Sabiduría, 13, 3 y 5


Los huertos y los frutos verdaderos están dentro del corazón: el reflejo de su belleza cae sobre esta agua y esta tierra (el mundo exterior)
Si no fuera el reflejo de ese delicioso ciprés (el corazón del santo), Dios no lo habría llamado morada del engaño.
El engaño consiste en lo siguiente: este fantasma (el mundo exterior) saca su existencia del reflejo del corazón y el espíritu de los hombres santos.
Todos los engaños vienen a contemplar este reflejo creyendo que éste es el lugar del Paraíso.
Huyen de los orígenes de los huertos, se divierten con un fantasma.

Rûmî
.


Pero todos confundidos, tú y, como tú, todos
los que anheláis ese Edén perdido como el verdadero;
Aunque era bello, no era nada sino la Sombra
Y el ornato de la Majestad que lo hizo...
Pues cayó la Joya-Maestra de la Creación
Desde el mismo Edén: amándolo demasiado,
prefirió la obra antes que al Artista,
y en el Jardín perdió al Jardinero.

'Attâr


Introducida en el Espíritu Divino, convertida en eso mismo, (el alma) al principio contempla ese Reino, pero en cuanto ve al Altísimo deja a un lado lo demás. Así como, cuando un hombre entra en una casa de gran belleza, puede mirar y admirar los distintos esplendores antes de que el dueño aparezca, pero una vez le ve, ignorará todo lo demás y sólo le mirará a él.

Plotino


La bienaventuranza, el deleite y la procreación no son lo que uno debe aspirar a conocer. Uno debe aspirar a conocer al conocedor de la bienaventuranza, el deleite y la procreación

Kaushîtaki Upanishad


Que nadie deifique el universo; antes bien, que busque al creador del universo.

Clemente de Alejandría


Que cada uno deje cualquier otro tipo de conocimiento y busque y siga una sola cosa.

Platón (La república, x, 618c)


La Naturaleza, pues, que crea cosas tan hermosas, debe ser ella misma de una belleza mucho mayor; nosotros, faltos de discernimiento de lo interior, no sabiendo nada de ello, corremos tras lo exterior, sin comprender nunca que es lo interior lo que nos mueve; estamos en el mismo caso de quien ve su propio reflejo, pero no comprendiendo que se trata de su reflejo corre en su persecución.

Plotino



"Yo soy el árbol; estas flores son Mis vástagos.
¡Que los vástagos no te oculten el árbol!".
¿Qué aprovechan las mejillas rosadas, las formas llenas de gracia,
y los bucles agrupados en torno a un rostro adorable?
Cuando la Belleza absoluta irradia alrededor,
¿por qué rezagarse abrazando las bellezas finitas?

Jâmî


Los reyes lamen la tierra de la que está hecha la belleza,
pues Dios ha mezclado en polvo
un sorbo de Belleza de su copa escogida.
Esto es, cariñoso amante, lo que besas
con un centenar de éxtasis.
¡Piensa, pues, lo que debe ser lo inmaculado!

Rûmî


Todos los sabios que escribieron sobre nuestro Arte, hablaron del trabajo y el régimen de Saturno; y sus comentarios llevaron a muchos a escoger el plomo común como substancia de la piedra. Pero tú deberías saber que nuestro Saturno, o plomo, es una substancia mucho más noble que el oro. Es la tierra viva en la que el alma del oro se une a Mercurio... Afortunado el que puede saludar a este planeta y llamarlo por su nombre correcto.

Filaleteo


¿Y si el hombre tuviera ojos para ver la verdadera Belleza -quiero decir, la Belleza divina, pura, transparente y prohibida, no manchada con las impurezas de la mortalidad y todos los colores y vanidades de la vida humana- y la mirara, y conversara con la Belleza verdadera simple y divina? Recuerda que sólo en esa comunión, viendo la Belleza con el ojo del alma, será capaz de dar a luz no imágenes de belleza, sino realidades (pues no habrá visto una imagen, sino una realidad), y si produciendo y alimentando la verdadera virtud se convirtiera en amigo de Dios e inmortal, si es que aquello es posible al hombre mortal, ¿sería ésa una vida innoble?

Platón (El Banquete)




Los textos seleccionados en su mayoría aparecen en la obra de Whitall N. Perry Tesoro de sabiduría.

domingo, 6 de junio de 2010

Mitra, Deo Soli Invicto

Eón mitraico, representación del tiempo cíclico infinito. Relieve de época romana.


"Los persas durante la ceremonia de iniciación al misterio de la bajada de las almas y de su retorno llaman caverna al lugar donde se realiza la iniciación. Según Eubolo, Zoroastro en las montañas cercanas a Persia, consagró en honor a Mitra, creador y padre de todas las cosas, un antro natural regado por manantiales y cubierto de flores y follaje. Ese antro representaba la forma del mundo creado por Mitra y las cosas que en él se encontraban, dispuestas a intervalos regulares, simbolizaban los elementos cósmicos y los climas. Después de Zoroastro se mantuvo la costumbre de realizar las ceremonias de iniciación en antros y cavernas naturales o hechos por mano del hombre. (...) No se consideraba al antro como símbolo tan sólo del mundo sensible, sino también de todas las fuerzas ocultas de la naturaleza, ya que los antros son oscuros y la esencia de dichas fuerzas es misteriosa."


Porfirio, De antro Nympharum


Ilustración idealizada del mitreo de Osterburken, Alemania, donde se representa un momento del ritual mistérico.

Dada la gran difusión por todo el imperio romano del culto al dios de origen iranio Mitra, sobre todo en los siglos III y IV, podemos entender que el investigador de este periodo Ernest Renan llegara a decir: "Si el cristianismo hubiera sido detenido por una enfermedad mortal, el mundo hubiera sido mitraísta". Esta nueva religión mistérica fue reservada casi exclusivamente a los soldados, impresionando a los profanos por la disciplina, la templanza y la moral de sus miembros, virtudes propias de la vieja tradición romana. Su difusión tuvo lugar desde Escocia a mesopotamia y desde el Norte de África y España hasta Europa central y los Balcanes. Se han descubierto mitreos sobre todo en las antiguas provincias romanas de Dacia, Pannonia y Germania y se estima que en Roma llegaron a coincidir un centenar de santuarios. En los monumentos y obras de arte conservados sobre el mitraismo descubrimos una riquísima iconografía, de fuerte sincretismo grecorromano con la herencia irania, de la que esta entrada solo quiere ser una muestra. El texto que nos servirá de guía por las imágenes seleccionadas son sobre todo los fragmentos extraídos de la obra de Jaime Alvar Los Misterios. Religiones "orientales" en el Imperio Romano que recomiendo para descubrir también en él los aspectos relacionados con los sistemas rituales, sobre los que se extiende en otro capítulo. También anotaciones de Las religiones orientales y el paganismo romano de Franz Cumont, El libro de los Símbolos de Alessandro Grossato e Historia de las creencias y de las ideas religiosas de Mircea Eliade. Las imágenes seleccionadas proceden de internet.



El tema central en el mitraísmo es la escena de la tauroctonía, la muerte de toro, en la que el joven dios, en actitud heroica clava su daga en el cuello del animal, que ya ha doblado sus patas, mientras lo sostiene por los orificios nasales. Así lo obliga a alzar la cabeza, pero sólo esta, porque con la pierna izquierda doblada sobre el lomo del toro le impide que se alce. El sacrificio del toro es un potencial de vida, según se desprende de algunos elementos que de forma constante aparecen en la escena. La sangre abundante que mana del cuello es lamida por un perro, mientras se convierte en espigas de trigo (al menos en algunas representaciones); también en espiga se ha transformado el rabo del toro, imagen inequívoca del carácter fecundante del sacrificio. Al mismo tiempo, un escorpión le pinza las turmas, quizá con el objeto de apropiarse de su potencia vital, ante la presencia de un cuervo, una serpiente -símbolo ctónico que parece actuar como anfitriona del óbito- y un león, así como una crátera.

En esta tauroctonía se observa el rabo del toro transformado en espiga de trigo


Alrededor de esa escena, cuyo estereotipo presenta numerosas variantes excepto en la forma de representar el dios y a su víctima, hay otras muchas figuras dispuestas en arco para enmarcar el acto central: los signos zodiacales presididos por el Sol y la Luna, los planetas, los vientos, dos jóvenes portadores de antorchas llamados Cautes y Cautópates, así como otras escenas secundarias que parecen representar acontecimientos de la vida de Mitra y que constituyen motivos autónomos en algunos relieves o esculturas no vinculadas necesariamente a una representación de la tauroctonía.

Tauroctonía del Circo Maximo, finales del siglo tercero, Roma. En la inscripción superior se puede leer: DEI SOLI INVICTO MITHRAE TI(TUS) CL (AUDIO) HERMES OB VOTUM DEI TYPUM D (ONUM) D (EDIT).
En esta versión vemos claramente también transformarse en espiga de trigo el rabo del toro. El escorpión pinza sus testículos, mientras la serpiente y el perro lamen su sangre. Sobre el gorro frigio de Mitra aparece una estrella, y otras cuatro a la derecha. Arriba a la izquierda, Helios junto a un cuervo, a la derecha la luna. Abajo a la izquierda, Mitra arrastrando al toro capturado, a su lado Cautes con la antorcha hacia arriba, en el otro extremo su gemelo Cautópates con la antorcha hacia abajo.


Cumont fue el primero que proporcionó una narración coherente e integradora con la documentación iconográfica, convirtiéndose en el auténtico mitógrafo del mitraísmo, religión a la que atribuía un verdadero sistema teológico, cuyos principios había tomado de la ciencia. En los años setenta se discutió radicalmente la construcción de Cumont, observación precisa para que no se tome como definitivo lo que a continuación se relata.

Aparentemente, del Caos original surge un dios, el Tiempo Infinito, identificado con Eón, Saeculum, Cronos o Saturno, e incluso en ocasiones como el propio Destino. Se representa como un joven con cabeza de león, alado y rodeado de una serpiente; sus atributos son el cetro y el rayo, así como la llave que lleva en cada mano (hay variantes distintas) La imagen de la derecha es la ilustración de la estatua romana de Eón o Aión (Mitra-Kronos) procedente del mitreo de Ostia y actualmente en los museos vaticanos. La serpiente enrollada al cuerpo en seis roscas, y cuya cabeza corona la escultura, simboliza el curso del sol, seis meses en ascenso, desde el solsticio de invierno al de verano, y seis de descenso a la inversa. Simboliza también el tiempo cíclico infinito. El largo cetro de la mano izquierda simboliza el Axis Mundi, mientras en la derecha sujeta "la llave del tiempo", con las marcas de los doce meses. En el centro del pecho se encuentra el haz de rayos, a la izquierda de sus pies, las herramientas del herrero que atribuyen el dominio del fuego, al otro lado el caduceo el gallo y la piña. Estos dos últimos son símbolos de fertilidad.

Este dios primordial habría engendrado el Cielo y la Tierra, representado por la serpiente, de los que habría nacido el Océano. Queda así constituida una "sagrada familia" que sería la tríada suprema del panteón mitraico. El Cielo se identifica con Zeus-Júpiter que, en un momento determinado, recibiría de su padre Cronos-Saturno el haz de rayos, con lo que accede el rango de dios soberano desde el que a su vez da vida al resto de los dioses luminosos que residen en el Olimpo. A ellos se opone un mundo tenebroso capitaneado por Ahrimán-Putón, hermano del Cielo-Júpiter, en su condición de hijo del Tiempo Infinito. Su cortejo de démones, representados en ocasiones como gigantes anguípedos, intenta arrebatar a Júpiter su trono, pero es vencido y relegado al abismo del que procedía. Estos demonios tienen acceso a la tierra y poseen la capacidad de actuar negativamente sobre los humanos y los impelen a obrar mal. Las fuerzas purificadoras básicas son dos hermanos, el fuego y el agua, representados por el león y la crátera, respectivamente. Un tercer elemento purificador, según veremos, es la miel, asociada precisamente a la leóntica, uno de los siete grados iniciáticos (Porfirio, La gruta de las Ninfas = De antrum Nynpharum 15). Su importancia es tal que se consideran como auténticos elementos divinos y, en consecuencia, poseen un destacado papel en el ritual. También los vientos, a los que se atribuye capacidad de intervención sobre la naturaleza, son potencias divinas. El orden cósmico estaba representado por la constancia reierativa del Sol que recorría el Cielo diariamente subido en su cuadriga tirado por caballos que simbolizan al astro luminosos. Éste era objeto de veneración por los mitraístas, así como la Luna subida en su biga que arrastran sendos toros albos. Los planetas, partícipes asimismo de ese orden cósmico, tutelaban a los fieles en sus diferentes grados iniciáticos.

Relieve de Osterburken, Alemania. Arriba en las esquinas puede observarse a "los vientos", a la izquierda el carro solar. La escena de la tauróctonía está envuelta por diferentes escenas de la vida de Mitra y los signos zodiacales. Abajo en el centro la crátera y al lado el león. Se encuentra también la siguiente inscripción: D(EO) S(OLI) I(NVICTO) M(ITHRAE) M(ER?) CATORIUS CASTRENSIS IN SUO CONS(TITUIT)
.
Ahora bien, la divinidad que en época romana se convierte en el dios central de ese sistema de creencias es originalmente un dios indoeuropeo que aparece en una tablilla de Bogazköy, junto a Varuna, como garante de un tratado suscrito entre los reyes Supilulinna de Hatusa y Mitavanza de Mitani en 1380 a.C. Mitra encarna el aspecto jurídico-sacerdotal de la realeza; su propio nombre significa tratado. En el Rig veda indio es junto con Varuna encargado de mantener el orden cósmico, así como de velar por la correcta conducta religiosa y moral.
En Irán es el encargado del orden social -bajo su protectorado están los contratos, el matrimonio, la amistad, etc.-, es juez y brazo armado de la justicia -por actuar ante el fuego, este se convierte en su emblema-, es el señor de los sacrificios sangrientos y de la lluvia que permite el crecimiento de las plantas, tal como afirma el Yasht (Himno) de Mitra, integrado en el Avesta, pero redactado verosímilmente en época aqueménida, cuando su gran fiesta el Mitracana, se celebraba en el equinoccio de otoño. Allí Mitra se identifica con el sol que lo ve todo. En el dualismo zoroástrico, Mitra es luz en combate permanente con la oscuridad y es el que hacer huir a los malos espíritus. Este dios todopoderoso sólo ha dejado testimonio de su persistencia, tras la desaparición del Imperio aqueménida, en algunos lugares de Anatolia, como los reinos del Ponto y Comagene, algunos de cuyos monarcas llevaron el nombre teóforo de Mitrídates. A pesar de ello, la continuidad del culto iranio en el romano es muy dificil de establecer.Tanto por las representaciones como por la información literaria, sabemos que Mitra había nacido milagrosamente de una roca. Con frecuencia, esta adquiere forma de huevo, lo que hace disminuir las dudas sobre la influencia del orfismo en el Mitra romano, ratificada por el sincretismo de Mitra con Fanetón (Fanes), la deidad órfica de la luminosidad ilimitada que surge del huevo cósmico (ver imagen de cabecera de esta entrada). Se trata de la piedra primigenia, el mundo embrionario sometido al influjo de las constelaciones. Es, pues, el primer paso del mito en el necesario ordenamiento astral del cual Mitra es creador y Kosmocrator, como afirma una inscripción de Roma. Es más, un relieve de Tréveris representa el nacimiento, pero Mitra con su mano derecha hace girar medio disco zodiacal, mientras que con la izquierda sostiene el globo terráqueo. Por otra parte, un relieve del mitreo de Poetovio (imagen izquierda) de mediados del siglo III complica aun más la escena, pues Mitra es ayudado a salir de la roca por dos personajes, presumiblemente Cautes y Cautópes. Sobre ellos, en un registro superior, duerme un anciano, seguramente Saturno, al que corona una victoria. Puede tratarse de la representación del sueño premonitorio en el que se anuncia el nacimiento del invicto Mitra; pero podría tratarse de un testimonio de la secuencia del tiempo y de la sucesión de las eras en una hipotética cronografía mítica mitraíca, ya que la era del Tiempo Infinito es sucedida por la hegemonía de Mitra, reconocido como Saecularis que proporciona la victoria sobre el mal y el descanso cósmico. Como parte de esa cronografía habría que entender la presencia del Sol y la Luna, como axpresión de la secuencia del día y la noche, de los planetas, que simbolizan los días y, por lo tanto, la seuencia semanal, del zodíaco como secuencia del año, y así sucesivamente. La relevancia del acontecimiento puede constatarse en el hecho de que Mitra saxígeno es la representación más frecuente en el mitraísmo tras la tauroctonía. En el nacimiento de Mitra está el origen de todas las cosas; pero en primer lugar está el origen de la luz, como se desprende de la asociación, mediante llamas o antorchas, del fuego con el saxígeno y su identificación con el dios de la luz Fanetón. Unos pastores habían presenciado el acontecimiento por el que el niño desnudo surge tocado con el característico gorro frigio y con una antorcha en una mano y el cuchillo sacrificial en la otra. El fuego lo caracteriza como deidad solar, pero también como dador de luz a sus protegidos; el cuchillo es el instrumento por el que da vida mediante la muerte de toro, por ello en alguna ocasión el cuchillo es sustituido abiertamente por una espiga de trigo. Incluso en una ocasión la escena del nacimiento se encuentra enmarcada exactamente como si de la tauroctonía se tratara, lo que permite entender la leyenda de Mitra como una estructura cerrada, no lineal, por cuanto lo más importante son los efectos que sus vicisitudes procuran al género humano. En este sentido, la roca no es sólo el mundo, sino el universo, contiene un significado análogo al de la caverna en la que tiene lugar el sacrificio del toro, simbolismo que a su vez se reproduce en el mitreo. En cualquier caso, los pastores acuden a ofrecerle sus primicias y a rendirle adoración, lo que incide en la función de Mitra como protector de la humanidad. En algunas ocasiones la escena del nacimiento se representa con variantes. Un ejemplo llamativo es el que proporciona un relieve del mitreo I de Heddernheim, en el que la roca ha sido sustituida directamente por un árbol, tal vez como consecuencia de la previa identificaación de la roca con una piña; aunque en los frescos de Hawarte aparece tanto la escena saxígena como Mitra sobre el ciprés. Al parecer, el énfasis se ha desplazado desde el simbolismo cósmico a la vegetación, para incidir aún más intensamente en el carácter de dios protector de la naturaleza que en algunas regiones se otorga a Mitra y en especial de la producción agrícola, como se desprende de otras representaciones iconográficas y de la mención que de él hace Porfirio (de antro) como "guardián de los frutos". Pero, al mismo tiempo, el testimonio de Heidernheim puede contribuir al desciframiento del relieve de Dieburg en el que aparecen tres cabezas tocadas con gorro frigio colgadas de un árbol; puesto que en otras ocasiones Cautes y Cautópates aparecen relacionados con el nacimiento de Mitra, tal vez en Dieburg tenemos una versión local del nacimiento de Mitra acompañado por los portadores de antorchas. No es fácil determinar quíenes son en realidad Cautes y Cautópates; su parecido iconográfico a Mitra es extraordinario. Pero es probable que hubieran llegado a representar alegorías diferentes. Por un lado, como habitualmente aparecen flanqueando a Mitra y uno, Cautes, lleva la antorcha hacia arriba mientras el otro la tiene hacia abajo, se supone que representan al sol matutino y vespertino, respectivamente, siendo Mitra el sol cenital. Pero también Cautes parece asociado al cielo y Cautópates al Océano, por donde se produce el ocaso del sol. De ahí que se interpreten como Oriente y Occidente e incluso que se asocien, respectivamente, al Sol y Luna y, como consecuencia, representen la oposición vida/muerte. Es precisamente esta última dirección en la que se han realizado las aportaciones más interesantes en los últimos años gracias a la perspicacia anlítica de Beck y Gordon. La lectura crítica de Porfirio sugerida por Beck en combinación con el significado conceptual de la fisionomía de los mitreos formulados por Gordon, permite asumir que los gemelos son los agentes de Mitra que controlan las puertas por las que se produce el descenso de las almas desde las estrellas hasta el mundo de los mortales y su ascenso a la inmortalidad a través del itinerario estelar. (Los portadores de antorchas señalarían los solsticios de verano, Cautopátes, y de invierno, Cautes.













En el primero se produciría el descenso del alma a la tierra (génesis) y en el segundo el ascenso (apogénesis); por su parte, Mitra se situaría de forma equidistante en los equinoccios). En realidad, estos hermanos gemelos, que están ya presentes en el nacimiento de Mitra y, por lo tanto, en los orígenes de la creación, podrían ser representaciones del mismo dios, lo que permite comprender el término triplasios ("triple") que en el siglo VI aplica a Mitra Dionisio Areopagita (Epist. 7,2) y que ilustra el árbol con las cabezas de Dieburg, con lo que concluimos esta disgresión que nos sitúa ante la posibilidad de una realidad tricorporea para este dios, una inesperada trinida, cuya relevancia en el universo de las creencias mitraicas está ensombrecida por el silencio. Otro de los avatares de Mitra es su victoria sobre el toro, al que somete tras galopar sobre su grupa y después de haberlo asido por los cuernos hasta doblegarlo. En algunas escenas se representa a Mitra arrastrando al toro por sus cuartos traseros para conducirlo hasta la cueva que le servía de guarida. En el camino encuentra numerosos obstáculos, como si de un rito de tránsito se tratara, alegoría de las pruebas que han de superar los humanos. Un cuervo transmite a Mitra un mensaje del Sol por el que le insta a matar al toro. El encargo es fielmente acometido, tal como se reproduce en la escena de la tauroctonía. Ésta se ha interpretado como la creación de todos los seres benéficos, lo que convierte a mitra en un verdadero dios creador. Pero antes del acto sublime del sacrificio del toro, Mitra habría logrado algunos triunfos frente a Ahrimán, que pretendía aniquilar a los humanos, según la versión de Cumont. En cierta ocasión provoca tal sequía que obliga a la intervención de su rival. Mitra dispara una flecha contra una roca de la que mana agua cristalina, con la que salva a sus protegidos y se convierte en una divinidad protectora del agua.
En un ara de Poetovio Cautes y Cautópes aparecen acompañando a Mitra en este episodio que se ha relacionado con una de las frases escritas en las paredes del mitreo de Santa Prisca en Roma, según la cual los hermanos gemelos habrían sido alimentados con el nectar de la fuente surgida de la roca.(...) El nectar con el que se alimentan los gemelos podría ser coincidente con la sangre eterna que salva, como reza la oración de Santa Prisca tantas veces mendionada: "Y nos salvaste con el derramamiento de la sangre (eterna)". Liquido manado de la "fons perennis" que es elpropio Mitra (así lo denomina una inscripción de Petovio. Pero eso no es todo. Porfirio asevera que la crátera es el símbolo de la fuente y que por ello en Mitra la crátera sustituye a la fuente (De antro); así pues, podemos asumir que la representación de la crátera en la tauroctonía es un símbolo del llamado "milagro del agua", que adquiere así su verdadera posición cosmogónica, no como un episodio en la vida de Mitra, sino como auténtica rememoración de la creación del agua, simbolismo de los fluidos dadores de vida.(...) Garantizada la seguridad de los mortales, Mitra da por concluida su misión en la tierra. Para celebrarlo se realiza un ágape supremo en el que los comensales de honor son Helios y Mitra, pero en el que, además, participan los principales compañeros de aventuras. Una vez saciados, los dos amigos suben a la cuadriga que ha de conducirlos, en una verdadera apoteosis, junto a los restantes dioses, donde Mitra se instala como protector de sus fieles servidores.
Relieve en marmol con escena del ágape supremo. En él reconocemos la piel del toro sacrificado en el que se reclinan Helios y Mitra. A la izquierda aparece la Luna y abajo Cautes ofrece un ritón a Helios, mientras Cautóptes, a la derecha dirige el caduceo al nectar de la fuente que brota de la roca.