Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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sábado, 21 de agosto de 2010

Guardianes del Límite



Y Urizen, con apetito voraz,
excitado por aromas de la Naturaleza,
exploró alrededor de sus cavernas.

Hizo una línea y una plomada
para dividir el Abismo inferior.
Hizo una ley divisoria;

Hizo balanzas para pesar;
hizo macizas pesas;
hizo un cuadrante de latón;
hizo de oro los compases
y comenzó a explorar el Abismo
y planto un jardín con frutales.(...)

Y engendra su mundo mil atrocidades
temibles lisonjeras, traidoras.
Vida fragmentada, apariencias
de pies, de manos, de cabezas,
de ojos o de corazones, diabólicos nadan
los negros terrores, en el deleite de la sangre.(...)

Y sus hijos lloraron, y alzaron
tumbas en lugares desolados,
y dictaron leyes de prudencia, y las llamaron
las leyes eternas de Dios.

William Blake El libro de Urizen





Las imágenes que presento en esta entrada las tomé en el Parque Natural de Oyambre (Cantabria, España), durante este mes de agosto, lugar donde en los últimos años suelo pasar unos días de "descanso". En él se encuentran multitud de prados destinados a pastos para el ganado bordeando la costa, encontrando continuamente cercados de alambradas que delimitan el espacio impidiendo que las vacas (y las personas) campen a sus anchas.
Me llamó la atención el aspecto de los postes de estos cercados donde se sujeta el alambre espino, pudiéndonos recordar las formas surgidas de la madera, resultado no intencionado de la acción del hombre y de los elementos, una serie variada de rostros que a modo de ejército fantasmagórico se alinea en formación sobre las colinas, o a oscuras esculturas totémicas que quisieran ahuyentar a todo el que pretendiera ir más allá del límite marcado.
Me resultó también curioso el echo de que la utilización que se hace de esta madera, ahora como material reciclado, estuviera en consonancia, en su función de marcar un límite, con el uso que se le dio anteriormente como travesas de la vía del tren, ahora obsoletas y reemplazadas por otras de hormigón. Actuálmente cumplen con la función de delimitar el espacio, de acotar impidiendo el paso, anteriormente de encarrilar el movimiento del tren, del viaje que este realiza, impidiendo salirse del recorrido que marca la vía.
Es por ello que estos "rostros" exahustos y atormentados, surgidos en una madera utilizada en esas funciones me trajeron a la memoria al demiurgo Urizen de William Blake, personificación de la mente razonante fragmentada y delimitadora que marca un horizonte finito, creador de un mundo límitado a la percepción de los sentidos corporales al que considera como lo único real, impidiendo el "viaje espiritual" más allá de las formas aparentes por el que acceder a lo que él denominaba percepción infinita. Sobre Urizen
http://barzaj-jan.blogspot.com/2009/11/tu-horizonte.html en este mismo blog.

Os dejo con esta "Galería de Retratos", entre los cuales no me he resistido a intercalar algunos inquietantes y proféticos fragmentos más de El libro de Urizen de William Blake.


Las fotografías se tomaron tal como se encontró el motivo expuesto sin modifiar nada y no han sido tampoco objeto de retoques digitales.




Atormentado se volvió el cautivo inmortal,
de insoportable angustia y dolor poseído,
hasta que un tejado mísero y turbulento,
cerró en su bóveda la fuente del pensamiento.



Entre horribles y agitados sueños,
Cual cadena enganchada a los infiernos,
una espina colosal se retuerce en el viento,
atormentada por el dolor, lanzando
costillas en derredor, como una elástica caverna;
y huesos de la dureza se hielan
sobre cada nervio del placer.
Y pasó la primera Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.



De las cavernas de nudosa Espina
hundió temeroso un enorme globo
Rojo, allá abajo, ardiente
en la sima del Abismo,
Jadeante, Aglutinante, Tembloroso,
lanzando diez mil de sus ramas
alrededor de los sólido huesos.
Y pasó la segunda Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.



En el horrible pánico girando,
los nervios del cerebro estiran
ramas sobre las ramas en torno al corazón
en lo alto, en dos pequeñas órbitas;
y fijos en dos pequeños cuencos,
para así mejor guardarse del viento
sus ojos contemplaron el Abismo.
Y pasó la tercera Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.



Punzante la esperanza da comienzo.
En el grueso dolor luchando y avanzando.
Dos orejas de recortadas volutas,
del fondo de los orbitales de la visión
surgen en espiral, petrificándose
al crecer. Y pasó la cuarta Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.



Desfalleciendo en el brutal tormento,
en el aire suspendidas,
dos narices se despliegan hacia el Abismo.
Y pasó la quinta Edad.
Y un estado tremendo de aflicción

Desfalleciendo en el brutal tormento,
bajo sus costillas se enchía,
una caverna insaciable y hambrienta;
de allí el canal de su garganta partía,
y, como roja llama, una lengua
de sed y hambre aparecía.
Y pasó la sexta Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.


Iracundo, sofocado en el tormento,
Su Brazo derecho extendió al norte,
el Izquierdo al sur,
arrojado en el más profundo sufrimiento,
y con sus pies sello el Abismo,
entre aullidos de espanto y temblor.
Y pasó la séptima Edad.
Y un estado tremendo de aflicción.


Ante la existencia seis días han retrocedido,
y al séptimo han descansado.
Y el séptimo día santificaron, con esperanza vana,
y de la vida eterna se olvidaron.


Desgarrada, oscura, intempestiva,
partida de un terrible golpe,
la Eternidad rueda en pedazos,
y sus trozos son diseminados,
un enjambre de montes marchando
a la deriva, dejando tras de sí,
inútiles despojos, restos de vida,
entre los altos riscos y en mitad
un océano de vacío insondable.

Sobre ellos pasaron siglos y edades,
privados de la luz y de la vida,
congelados en horribles deformidades.




Hasta pronto...!

4 comentarios:

Baruk dijo...

Celebro que las vacaciones te hayan sentado bien y espero que la adaptación a los calores mediterráneos no te sea muy "durilla".

Muy bueno Blake, siempre genial ...como esta entrada tuya Jan, me ha gustado mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho...



Un abrazo

Jan dijo...

Bueno Baruk... este caldo Mediterráneo lo llevo como puedo después de las máximas de 22-23 grados del Cantábrico, y parece que lo peor está todavía por llegar...

Ya he visto movimiento por Salud y Románico, por lo que supongo que también estas de vuelta. Espero que hayas disfrutado de tus vacaciones. Muy estimulante tu comentario, celebro que te haya gustado tanto, tanto, tanto, tanto, tanto... y es que Blake no falla. Es un placer encontrar a quien se interese por las cosas que uno publica y te lo exprese, ya sabes, vanidad de vanidades...

Otro abrazo querida

Anónimo dijo...

Hola Jan, me han encantado tus fotografías y es cierto que los maderos retratados así inspiran estar muy "despiertos". Los rostros de algunos de ellos son muy expresivos y me atrevería a decir que no parecen muy felices con la misión para la que fueron empleados (el penúltimo de ellos incluso se diría que ha estado llorando...). No sé, dan ganas de liberarlos...

Una vez me contaron que según el folclore, cuando los seres feéricos hacen sus intercambios llevándose niños humanos a sus reinos, dejan en su lugar un madero viejo animado temporalmente por el glamour. Todos estos guardianes del límite parecen también maderos abadonados por la buena gente. Tal vez su tristeza se deba a que se sienten exiliados.

Me alegra ver de nuevo actividad en tu blog (pero no que se hayan acabado tus vacaciones, que conste. :-)

Un abrazo.

Jan dijo...

Amig@ visitante,

muy amable por dejar aquí tu interesante y entrañable comentario.
Me ha gustado mucho esa leyenda que no conocía sobre los seres feéricos. Seres estos, pobladores de un mundo oculto no percibido por la mirada común y que se abre cuando nos liberamos de la percepción limitada a la "realidad" de formas aparentes, accediendo a la ilimitada del mundo imaginal o como de alguna forma también lo expresa Blake, de la percepción infinita.

También pensé en la tristeza que parecen expresar esos maderos (y como bien dices alguno parece llorar), por sentirse exiliados, de la nostalgia que sienten por el bosque de sus orígenes del que fueron talados. Esto me recuerda la metáfora que aparece en el poema "El lamento de la flauta de caña" del poeta sufí Rumi, donde nos dice que el sonido del Ney, la flauta de caña, es el lamento por la separación de ésta de su lugar de origen, el cañaveral del que fue cortada.

Gracias por tu presencia en este blog, y por animar a descubrir interpretaciones en las imágenes expuestas en esta entrada.

Un abrazo !