Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 26 de abril de 2013

La herida y el cuchillo

   Eugène Delacroix, La muerte de Sardanápalo (detalle) 1827



¡Yo soy la herida y el cuchillo!
¡Yo soy la bofetada y la mejilla!
¡Yo soy los miembros y la rueda,
Y la víctima y el verdugo!

Charles Baudelaire, Héautontimorouménos


"Soy un herético.
De modo que necesito a Dios.
Necesito ese Dios, necesito a mi enemigo,
necesito ese muro, para poder abrirme la cabeza".

Tadeusz Kantor, Escritos



Mario Praz en su libro La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, analiza la filosofía del Marqués de Sade -autor que tanto influyera en los escritores del periodo motivo de su estudio-, a través de dos de sus novelas protagonizadas por personajes femeninos con tendencias completamente opuestas: una, Justine, como modelo de virtud que siempre recibirá a cambio continuos abusos y ultrajes, y la otra, Juliette, personificación del vicio y la crueldad siempre triunfante. Filosofía que invierte la valoración entre bien y mal de la moralidad cristiana en su idea de Dios y la creación.
Muy interesante la pardójica conclusión a la que llega Praz sobre los principios que ponen en marcha la naturaleza sadomasoquista imperante en las fantasías del Marqués.


Bajo la enseña del divino Marqués
(fragmentos)
Por
Mario Praz



(...) Sade, en efecto -y aquí está su originalidad- derriba la cómoda metafísica de Thérèse Philosophe, que era, por otra parte, la misma de Jean-Jaques. "Todo es bien, todo es obra de Dios" se convierte en él en: "Todo es mal, todo es obra de Satanás". En consecuencia, hay que practicar el vicio porque se ajusta a las leyes de la naturaleza (¡"les plus pures lois de la nature" de Rousseau!), que ordena destruir. El delito es el eje del universo.

Me digo: existe un Dios, una mano ha creado lo que yo veo, pero para el mal; ésa no se complace más que en el mal; el mal es su esencia, todo lo que esa mano nos obliga a cometer es indispensable a sus planes.... Aquello que yo caracterizo como mal, es probablemente un bien muy grande en relación al ser que me ha puesto en el mundo... El mal es necesario en la organización viciosa de este triste universo. Dios es un ser vengativo, malvado, injusto. La sucesión del mal es eterna; es en el mal donde ha creado al mundo, es por el mal que lo sostiene, es para el mal que lo perpetua; es impregnada de mal como ha de existir la criatura; es al seno del mal adonde regresa después de su existencia... La virtud es el valor opuesto al sistema del mundo, todos aquellos que la hayan aceptado están seguros de soportar terribles suplicios por la pena que padecerán al volver al seno del mal, autor y regenerador de todo lo que vemos... Yo veo el mal eterno y universal en el mundo. El mal es un ser moral no creado; eterno, imperecedero; ya existía antes que el mundo; el constituía el ser monstruoso que pudo crear un mundo extraño. El autor del universo es el ser más pérfido, más feroz y más horroroso de todos los seres. Por lo tanto, continuará existiendo despues de las criaturas que pueblan el mundo; y es en él donde acabarán todos, para volver a creas seres aún más malvados (...) (Juliette)

La naturaleza... camina hacia su finalidad con pasos rápidos, demostrando cada día a aquellos que la estudian que sólo crea para destruir y que la destrucción, la primera de sus leyes, ya que no logrará ninguna creación sin destrucción, le complace más que la procreación, a la cual una secta de filósofos griegos denominaba con mucha razón, el resultado de los asesinatos. (Justine)

No hay ser en el mundo... que por una acción, por desmesurada que sea, por irregular que parezca, pueda usurpar los planes de la naturaleza, pueda alterar el orden del universo. Los actos de este ser malvado son obra de la naturaleza tanto como la cadena de sucesos que él cree perturbar... Es... una verdadera blasfemia osar decir que una criatura endeble como nosotros pueda, sea en lo que sea, alterar el orden del mundo o usurpar el oficio de la naturaleza... ¿Puede la naturaleza ofenderse al ver que el hombre hace a su semejante lo mismo que ella ejecuta cada día?... Está demostrado que ella no puede reproducirse más que por la destrucción... Es preciso que el equilibrio se conserve y no puede ser de otra manera que por el crimen. (Justine)

Cuando hayáis visto que todo es vicioso y criminal en la tierra, el Ser supremo de maldad os dirá: "Por qué os habéis extraviado en los senderos de la virtud?... ¿Cuál es el acto de mi conducta en el que me he comportado como bienhechor? ¿Ha sido enviándoos pestes, guerras civiles, enfermedades, terremotos y tempestades? ¿Ha sido sacudiendo perpetuamente sobre vuestras cabezas las serpientes de la discordia como yo os convencía que el bien era mi esencia? ¡Imbéciles! ¿Por qué no me imitáis?" (Juliette)

La virtud sólo conduce a la acción más estúpida y monótona, el vicio a lo más delicioso que el hombre pueda esperar sobre la tierra. Dudar de que la suma más grande de felicidad posible que el hombre hallará sobre la tierra no sea irrevocablemente en el crimen, es dudar de que el astro sublime es el regenerador del universo, de la misma manera, el crimen es el centro de todos los fuegos morales que nos abrazan. (Justine)

Luego he aquí a Clarise privada del sostén de la fe y de la certidumbre de la recompensa futura.

Es -ya no lo encubriremos más- para apoyar este sistema, por lo que ofreceremos al público la historia de la virtuosa Justine. Es esencial que los imbéciles dejen de adorar a ese ídolo de la virtud, que hasta ahora no les ha pagado más que con ingratitud, y que las gentes con sentido común, generalmente entregadas por principio a las desviaciones deliciosas del vicio y al desenfreno, se reafirmen viendo los impresionantes ejemplos de la dicha y del éxito que los acompañan, casi inevitablemente, en el sendero desbordado que han elegido. Sin duda, es horrible tener que describir, por una parte, los infortunios espantosos con que el cielo abruma a la mujer dulce y sensible que respeta la virtud; por otra parte, la abundancia de prosperidad que sobrevendrá a aquellos que atormentan o mortifican a esta mujer, pero el hombre-de-letras, lo bastante filósofo para decir la VERDAD, supera esos disgustos y, cruel por necesidad, arranca despiadadamente al hombre ignorante que se engaña, el vicio en medio de los encantos y el poder que lo rodean y que sin cesar lo persiguen. Por esos motivos... vamos... a describir el crimen tal como es, o sea, siempre triunfante y sublime, siempre feliz y afortunado, y la virtud tal como se la ve, siempre desabrida y siempre triste, siempre pedante y desdichada. (Justine)

Es  inútil aludir aquí a las picarescas aventuras narradas en el díptico: Justine, ou les mlaheurs de la Vertu y Julliette, ou les prospérités du Vice. Vaciado su mundo de cualquier otro contenido psicológico que no sea el placer de la destrucción y de la transgresión, el marqués de Sade se mueve en un opaco clima de mera materia en el que las personas se degradan a un papel instrumental para provocar ese sedicente divino éxtasis de destrucción.(...)

La misma muerte de Justine es un accidente meteorológico. Para mostrar que la naturaleza está irritada contra su virtud, Sade la hace morir fulminada por rayo, después que Noirceuil (uno de sus torturadores) hubiera dicho:

Mis amigos, se nos acerca una terrible tormenta, entreguemos esta criatura al rayo, yo me convertiré si el rayo la respeta. (Juliette)

(...) Por "obscures et ténébreuses" que sean las vías seguidas para hacer más agudo ese éxtasis, las carnicerías de Sade ya no tienen sentido como experimentos químicos de gabinete:

He aquí lo que es el asesinato: un poco de materia desorganizada, algunos cambios en las combinaciones, algunas moléculas rotas y vueltas a echar en el crisol de la naturaleza que las devolverá bajo otra forma, en pocos días, a la tierra; por lo tanto, ¿dónde está el mal de todo ello? (Juliette)

El ciclo de esas posibles disgregaciones químicas que son sus suplicios se agota pronto, porque, como dice Proust, nada es más limitado que el placer y el vicio, y, jugando con las palabras, puede en verdad decirse que el vicio se mueve siempre en el mismo círculo vicioso. El sentido del infinito, expulsado de las relaciones humanas con la supresión de todo significado espiritual, se refugia en una especie de satanismo cósmico:

Es a ella (a la naturaleza) a quien yo quisiera ultrajar. Yo quisiera perturbar sus planes, obstaculizar su marcha, detener el curso de los astros, conmover las esferas que flotan en el espacio, destruir a quien le sirve, proteger a quien la perjudica, edificar a quien la sirve, proteger a quien la perjudica, edificar lo que la irrita, en resumen, insultarla en sus obras. (Justine)

En lo cual hay una reducción al absurdo de la "filosofía" de Sade, pues admitiendo que el objetivo de la naturaleza sea la destrucción, y que ninguna acción destructora puede irritarla u ofenderla (Sade mismo reconoce "La imposibilidad de ultrajar a la naturaleza es, según mi punto de vista, el suplicio más grande del hombre"), el supremo insulto que se lo podría dirigir, y del cual el sádico podría legítimamente derivar un placer de transgresión, sería justamente.... ¡la práctica de la virtud!
Y la suprema voluptuosidad será, en efecto, el remordimiento: desde Gilles de Rais a Dostoievsky, la parábola del vicio ha sido siempre la misma.(...)

De  modo que, naturalmente, es condición de placer sádico la existencia de la virtud, así como en la moralidad ortodoxa es necesaria la presencia del obstáculo que hay que superar, del mal que hay que vencer.

Tu dulce virtud (Justine) nos es esencial; es sólo la unión de esta encantadora cualidad y de los vicios que le opondremos lo que dará nacimiento a la más sensible voluptuosidad. (Justine)

(...) En fin, si el sádico rechazara del todo la creencia en la religión tradicional, se privaría de una fuente inagotable de voluptuosidad; la voluptuosidad de la profanación y de la blasfemia. De ahí la contradición lamentable de arrebatos como el siguiente.

Oh, tú que -se dice- has creado todo lo que existe en el mundo; tu a quien sólo conozco de palabra... ser extraño y fantástico que llamamos Dios; te declaro formalmente, auténticamente, públicamente, que no tengo por ti la más leve creencia, y esto es así por la excelente razón de que no encuentro nada, ni en mi corazón, ni en mi espíritu, que pueda persuadirme de una existencia absurda de la que nada en el mundo testimonia su solidez. (Juliette)

En resumen, Sade tiene que confundirse entre los creyentes, disfrazándose de uno de ellos, máscara sobre máscara como aquellos participantes de los bailes cortesanos en Francia de los que habla Saint-Simon, que llevaban una doble máscara-retrato, de modo que cuando se quitaban la primera se seguía engañado tomando la segunda máscara por el rostro, mientras había debajo uno verdadero, completamente diferente. En verdad, el quid, la naturaleza profunda del sadomasoquismo ("Soy la herida y el cuchillo", escribiría Baudelaire) es una mascarada, un disfraz que culmina en el orgasmo.
 


Lecturas.

Mario Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica. El Acantilado 1999

Marqués de Sade, Justine o los infortunios de la virtud. Tusquets editores 1994

Marqués de Sade, Juliette o las prosperidades del vicio. Tusquets editores 2009


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El pacto con la serpiente

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lunes, 15 de abril de 2013

Doble Visión

Monje Baozhi. Madera, período Heian, S. XI 
Kyoto, Monasterio de Saioji



No puedes olvidar lo exterior si quieres conocer lo interior. Lo interior se refleja en el mundo exterior.

Ânanda Moyî



"El Paraíso es un estado del ser en que la realidad externa y la interna son una y el mundo está en armonía con la imaginación. Toda la poesía habla de esa visión (...). Y en última instancia muchos se sustentan en esas imágenes de perfección perdida que ostentan ante sí quienes la recuerdan (capacidad del poeta para la anamnésis). Tal es el propósito único y total del arte, así como la justificación de quienes se niegan a aceptar como norma esas irrealidades que el mundo llama reales".

Kathleen Raine, Autobiographies



Doble visión
Por
Patrick Harpur
 La tradición oculta del alma (pgs 57-59)

El pueblo nganga del Camerún cree que nacemos con cuatro ojos, dos abiertos y dos cerrados. Los cerrados se abren al morir. Si un niño nace con los ojos abiertos, ve a los ancestros invisibles.Como esto resulta perturbador, hay que cerrar dos ojos del niño mediante rituales para que no "regrese" -es decir, para que no muera-. Y al contrario, a las personas con vocación visionaria hay que abrirles los dos ojos cerrados. Se toma una cabra que representa a la persona y ésta recibe sus ojos cuando el animal es sacrificado. A un miembro de los ngangas, Eric de Rosnay -que también era sacerdote jesuita- le abrió su segundo par de ojos, sin él saberlo, un maestro llamado Din. Pese a desconocer su propia iniciación, De Rosnay pronto "empezó a ver de otra forma". Sus ojos "estaban abiertos" a la violencia oculta  de la gente, y le sobrevenían imágenes de lo que había oculto en el corazón de las personas.
La apertura de los "ojos de la cabra", relacionada con la muerte y los ancestros, es una potente metáfora del poder de la intuición y el discernimiento. Es una imagen concreta de lo que William Blake llamaba "doble visión": la capacidad de ver, a través de la superficie de las cosas, lo que hay más allá. Los chamanes utilizan este poder para "ver dentro" de las personas y establecer qué mal padecen. Por ejemplo, pueden ver a un brujo luchando contra los ancestros por el alma de un paciente. Blake, por su parte, lo utiiza para hacer poesía:

Esta vida oscura de las ventanas del alma
distorsiona los Cielos de polo a polo
y te hacen creer una mentira
cuando miras con los ojos, y no a través de ellos.

Cuando sólo vemos con los ojos, vemos el mundo tal como aparece; cuando vemos a través de ellos, vemos el mundo tal como es. La primera es la vista literal; la segunda, la visión metafórica. Blake lo expresó de forma más sucinta:

Con mi ojo interior, es un hombre anciano y gris;
con mi ojo exterior, es un cardo en mi camino.

Con los ojos ve un cardo; a través de ellos un anciano. Ver nada más que un cardo es literalismo. Pero, de igual modo, si sólo viéramos "un hombre anciano y gris" estaríamos literalizando en otro sentido, convirtiendo la visión poética en ilusión o alucinación. Se trata pues de cultivar la "doble visión", que contempla el anciano en el cardo o la dríade en el árbol pero que no pierde de vista ni el cardo ni el árbol. "Pues doble es la visón de mis ojos, / y una doble visión me acompaña siempre."(Carta de William Blake a Tomas Butts)
Hay que conservar el sentido de la metáfora, de la traslación -de dos mundos interpenetrados-. Pero éste es también el movimiento fundamental de la imaginación. A través del mundo literal vemos Otro Mundo cambiante que hay detrás. Y así la naturaleza misma es vista como el Otro Mundo. "Para el hombre de imaginación", escribió Blake, "la naturaleza es imaginación misma." Es nuestro brusco literalismo, y sólo él, lo que paraliza el fluir de la naturaleza, lo detiene en seco e insiste en una única realidad "fáctica".
Todos los trabajos imaginativos nos reintroducen en la doble visión. Nos muestra otra realidad más profunda. Por muy prosaico que sea el tema de un cuadro de Cézanne o Van Gogh -un cuenco con fruta o un par de botas-, éste irradia vida propia. Está animado como una persona. Es una presencia. (Es un daimon) "La alternativa al literalismo", escribió Norman O. Brown, es "misterio." El arte expresa la misma "doble visión" que se requiere para ver, leer o escuchar bien.
Ver el alma como una sombra, como hacen tantas culturas tradicionales, es una imagen compacta de la doble visión. A una persona se la considera ante todo doble, como cuerpo y sombra, donde "sombra" evoca un gemelo oscuro, el inconsciente que sólo es visible cuando se bloquea la luz dominante de la conciencia. Pero, aunque es del todo concreta, también es fugaz e inasible.


Patrick Harpur también se refiere a la "doble visión" en su anterior libro El fuego secreto de los filósofos (pgs 321-322). En aquella ocasión escribió:



"Cuando el Sol sale, ¿no ves un Disco redondo de fuego similar a una Guinea?"
Oh no, yo veo un cortejo Innumerable de huestes Celestiales exclamando "Santo, Santo, Santo es el Señor Todopoderoso."

William  Blake, Una visión del Juicio Final


Cuando Blake veía el sol como una hueste celestial y no como una guinea de oro, su sol era más real porque había infundido en él más imaginación. El sol como guinea es el sol abstracto, generalizado, en el que encontramos nuestro mínimo común denominador; el sol hueste celestial es el sol visionario, tanto creado como percibido. El visionario ha pasado, a través de la vista a la visión. La imaginación no ve con el ojo, sino a través de él. "Que Dios nos guarde / de la visión simple y del sueño de Newton."
Pero vale la pena insistir en que la doble visión de Blake incluye al sol guinea, pues ver solamente la hueste celestial, tomar literalmente la visión, sería tan disparatado para Blake como ver sólo el sol guinea (una locura que nosotros, sin embargo, consideramos lo normal). (...) ; la mente de Blake ve a través del ojo y capta activamente el mundo con exuberancia creativa, y que esto es lo que hizo en la práctica queda demostrado, desde luego, por su arte.


william Blake, A Sunshine Holiday 1820


Podríamos llamar a la doble visión de Blake conciencia hermética, para la que no existen problemas dualistas de sujeto y objeto, consciente e inconsciente, etc. Hermes viaja libremente entre los mundos superiores y los mundos inferiores. Sus piedras, hermas, se levantaban en los cruces de los caminos, para señalar el hecho de que él es el dios de todas las zonas fronterizas. Cada daimon que aparece en una frontera -sea entre sueño y vigilia, entre día y noche, en el cambio de año o en cruces de caminos, en puentes o en riberas- es un rostro de Hermes. Por eso, llegar a un acuerdo con los dáimones es también desarrollar una forma hermetica de pensamiento, una percepción fronteriza que ve este mundo y el Otro simultáneamente, a uno en el otro y viceversa, entrelazados como las serpientes en el tirso de Hermes.
En realidad, la idea de doble visión no implica, en definitiva, ver dos cosas a la vez ni traducir una cosa a otra. Debería ser un modo único de visión, formado, como si dijéramos, dentro del ojo, en el que la duplicidad de las cosas -como en las mejores metáforas- es evidente a la mirada porque estamos simultáneamente viendo, y viendo a través de lo que vemos.


 Lecturas:

Patrick Harpur, La tradición oculta del alma. Atalanta 2013

Patrick Harpur, El fuego secreto de los filósosfos. Atalanta 2006


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Mundus Imaginalis

El pacto con la serpiente




lunes, 8 de abril de 2013

Kathleen Raine: Poesía y Naturaleza

Kathleen Raine en 1951


"Kathleen Raine (Londres, 1918-2003) es una de las voces literarias más profundas e iluminadoras de nuestro tiempo. Poeta de la trascendencia, del anima mundi, del misterio ontológico encarnado en la naturaleza, luchó todos sus días para dilucidar la sabiduría sacramental de la Imaginación, esa sabiduría inherente a la realidad e inmanente en la naturaleza y en el intelecto que irradiaba su maestro William Blake".

De la contraportada de Poesía y naturaleza, Tres fronteras ediciones 2008


Tres poemas de Kathleen Raine seleccionados de la edicion y traducción de Adolfo Gómez Tomé.



 MENSAJE DESDE CASA


¿Recuerdas, cuando fuiste niño,
que nada en el mundo te parecía extraño?
Percibías, por vez primera, formas y familiares,
y viendo, te percatabas de que siempre habías conocido
el liquen en la roca, las hojas del helecho, la flor del tomillo,
como si los elementos se juntaran nuevamente en tu cuerpo,
atrapados en el torbellino momentáneo de tu vida
que todavía mantenía el conocimiento de un estado primigenio;
en ti recuerdo retenido de nube y océano,
la enramada del árbol, la lengua de fuego.

Ahora, cuando la oscuridad de la naturaleza se te hace extraña,
y vagas, forastero, por las calles de la ciudad,
recuerda que la tierra te acogió en su seno con el aire, con los rayos del sol,
te posó en sus aguas dormidas, a que compartieras el sueño
de la trucha entre las raices de la milenrama,
de sustancia de estrella y océano te formó,
en el mismo origen que sol y follaje, pez y arroyo
te concibió.

De todas las criaturas uno solo es el origen,
simple, singular como el amor; recuerda
la célula y la semilla de la vida, la esfera
que es, de niño, blanco pájaro, o breve libélula azul
del helecho verde, o de la dorada tormentila con sus cuatro pétalos
la postrer memoria.
Cada célula latente disemina un futuro,
despliega su inimitable complejidad
como un árbol hace brotar hojas, y urde un destino que teje
pecilo de helecho, plumaje de pájaro, escamas de pez.
El musgo expande su verdosa membrana sobre la turba empapada,
el germen de la libélula cobra ánima y levanta el vuelo
del mismo modo que el nenúfar del barro asciende sobre su tallo viscoso
para abrir un dulce, albo cáliz al cielo.
El hombre, con más largo trecho que recorrer de su simplicidad,
del arcaico musgo, pez y lirio se separa,
y en el exilio hace su largo camino.

Cuando dejes atrás Edén, reuerda tu casa,
porque trayendo a la memoria la esencia de tu ser
no estarás solo; los primeros en saludarte
serán esos niños que juegan a la orilla del arroyo,
las nutrias nadarán hasta ti en el remanso,
el ciervo salvaje correrá a tu lado por el páramo.
Adéntrate más en la espesura, y vendrán las aves,
los peces se alzan para verte en sus enjambres plateados,
y más oscuras, mas extrañas, vidas más misteriosas
vendrán a ti en tropel al manatial
donde las raíces más profundas del árbol beben del abismo.

Nada en ese abismo te es extraño.
Duerme sobre la raíz del árbol, donde se urde la noche
para formar la materia del universo, escucha los vientos,
las mareas, las armonías de la noche, y sabe
todo lo que sabías antes de empezar a olvidar,
antes de que te convirtieras en un extraño de ti mismo,
antes de que te hubieras alejado demasiado de esos otros
niños del origen, que han permanecido en casa,
en pradera, isla y bosque, en mar y río.
La Tierra envía amor materno tras su hijo exiliado,
confiando su mensaje a la luz y al aire,
al viento y a las olas que llevan tu barco, a la lluvia que cae,
al pájaro que te convoca, y a todas las miríadas de peces
que nadan en las aguas natales de su océano.


AL SOL 

1

Sol, gran dador de todo lo que es,
una vez más regreso del sueño a tus tiempos y lugares
como el vuelo de los gansos sobre Londres en esta luz de la aurora
antes de que la ciudad de los humanos invada tu espacio inmaculado.
Sol, don de dones, tus vertiginosos rayos
tejen de nuevo cosas cotidianas, familiares, epifanías
de árboles, hojas, alas, perlas de lluvia, prodigios de luz.
Tu dorada máscara cubre la desconocida
Presencia de aquel que abre todos los ojos
en cuya cegadora oscuridad nadie puede mirar.
Nubes y montes y jardines y mares y bosques,
rascacielos, polvo y basura, objetos rotos y olvidados
reciben por igual del manantial más puro y sacrosanto
ser y significado, mensajes que la mañana trae
a este umbral donde me encuentro.
Anciana, me maravillo de haber sido, de haber visto
tu reino del todo y de la nada, sol que todo lo das.


2

Qué nombre darte, don de dones,
dios, ángel, estas palabras sirvieron en un tiempo, pero nunca más
el carro de Apolo o los caballos de Surya imaginados en piedra
de Konarak (templo del sol en la India), gloriosa metáfora del poder creciente
del sol infatigable desde el eterno Oriente. Mi tiempo
tiene otros símbolos, ondas de luz en aceleración, años luz, rayos
girando eternamente en la esfera ilimitada del espacio,
vacío inmenso de lo que no es,
equívoca apariencia de la materia etérea:
La ciencia tan sólo otro grandioso mito que soñamos,
ptolemaico i copernicano, o el paradigma de Einstein
menos real que esos espléndidos caballos de piedra
a medida que la luz triunfa sobre la oscuridad todavía un día más.
¡Más ningín mito se acerca a lo que, ante nuestros ojos, tú eres, o pareces!
En tu numinosa gloria te he visto alzarte
desde más allá de las Islas Farne derramando tu fulgor
sobre los fríos mares del norte, o sobre los mares de Grecia,
he visto tu gran círculo alzarse desde el océano Índico.
Mientras circundas la tierra los pájaros cantan tu llegada cada mañana,
flores nuevas se abren en el yermo, los jardines, las escombreras,
todo lo vivo es tu séquito, como ante todos los ojos convocas,
don de dones, el despliegue de tus cielos
los inmensos y diminutos espacios de nuestra tierra, a cada cual el todo,
y hoy aún vuelvo a recibir de tu tesoro inagotable
de luz, esta habitación, este verde jardín, mi ilimitado universo.


3

Sol ancestral, ¿te acuerdas de nosotros,
hijos de la luz, contemplándote con ojos vivos?
¿Nosotros como tú, tú como nosotros? Parece
que nos miras desde lo alto con vivo rostro:
quién soy yo que veo tu luz sino la luz que veo,
detenida un instante en la forma que me cubre, tu destello.

He estado en la orilla de muchos mares,
de lagos y ríos, y sobre las aguas siempre,
por esas simas abisales del miedo
tu senda dorada ha llegado del miedo
tu senda dorada ha llegado hasta mí
que no soy sino una entre todos los que se van y vuelven.

Sol cegador, con tu corona de llamas, tus socavones de fuego,
Presencia, imponente teofanía,
¿estoy en ti, estás tú en mí,
centro infinito de tu ilimitado reino
donde la muchedumbre canta Santo, Santo, Santo*?
¿Entras en lo oscuro, o soy yo?

4

No es que la luz sea santa, sino que lo santo es la luz:
Solamente viendo, siendo, conocemos,
extasiados, sin aliento, arrobamiento del corazón.
Ni el microscopio ni el telescopio pueden descubrir
lo inmensurable: no en lo visto sino en el que ve
epifanía de lo rutinario.
Un jacinto en un vaso era, sobre mi mesa de trabajo,
ante mis ojos se abrió allende la belleza el flujo vivo, puro de luz.
"Soy yo", supe entonces, "yo soy esa flor, esa luz soy yo,
el que ve y lo visto a un tiempo."
Lejos en el pasado, mas para siempre; pues nadie puede des-conocer
el Paraiso nativo en cada brizna de hierva,
guijarro, y partícula de polvo, inmaculado.

"Así ha sido y será siempre", supe entonces,
ni la inmundicia, ni la violencia, ni nuestra propia ignorancia
pueden profanar ese manantial sagrado:
¿Por qué iba yo, una entre la muchedumbre innúmera de la uz,
a temer en mi desaparición ser lo que siempre es?

* Reminiscencia de "Una visión del Juicio Final" de William Blake, su maestro "Cuando el Sol sale, ¿no ves un Disco redondo de fuego similar a una Guinea" Oh no, yo veo un cortejo Innumerable de huestes Celestiales exclamando "Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso."


TESTIMONIO

1

¿A estas alturas, por quién,
a quién hablo? ¿Por el viejo, por el joven,
o por nadie? A ninguno
de ellos: desde el eterno al no nacido, al imperecedero
hablo, yo, que estoy sola
en un tiempo y un lugar donde nadie
me encontrará, yo, que ya no estoy aquí,
cuando tú, quienquiera que seas,
viejo, joven, a medio camino por la vida
estés conmigo en este no lugar, en este no tiempo
infinito, donde cada uno es, quien un instante aguanta,
como yo ahora en tu corazón, el orbe.
Igual que tú soy
cáliz  de corazón, lleno un instante
de océano y aire y luz,
este cuerpo, este cáliz que se desborda
con la Presencia única, se irá,
disuelto una vez más, y una vez más y una vez más
gota en el océano,
será uno contigo, nunca más
esta mujer cuya mano escribe palabras no mías,
legadas por la multitud de los que una vez vivieron,
aquellos que conocían, amaban, comprendían y nombraban
saberes transmitidos
a los que han de llegar, cuyos rostros no veré,
y, sin embargo, al tiempo que escribo estas palabras, soy ya uno con ellos.


2

¿Qué puedo deciros, hombres futuros,
yo que soy vieja, yo que fui joven,
que fui niña, yo que fui
en mi ilimitado aquí y ahora como vosotros?
Esta mano que escribe desde mi oscuro mundo
en vuestro oscuro mundo venidero
da fe del deleite del corazón.
Vosotros que seréis, como yo,
la sangre derramada del propio corazón,
una y otra vez, sangre engendradora
buscando siempre el éxtasis de ser
la eterna presencia de lo siempre vivo,
¿qué puedo nombrar sino el misterio único
que aquí y ahora es para mí
este sol luminoso, este albor del cielo?


3

Estoy vieja, estoy sola,
como otros están solos esta noche,
en el pequeño círculo de mi luz,
recluida en los cuatros muros de mi alcoba invernal,
recluida en mi piel, marchitada por el tiempo,
recluida en mi corazón, que palpita exangüe
su destino un día más hacia el fin del tiempo,
más leve la soledad a solas,
pronto el no ser...
aun el que todo lo abarca,
elocuente en el silencio, presente en la ausencia, intemporal,
joven en lo viejo, viejo en el recién nacido
en todas partes y en ninguna, es fugaz, es efímero,
y ahora, al tiempo que escribo, es íntimo, es mío.


Kathleen Raine en 1987


Lecturas:

Kathleen Raine, Poesía y naturaleza. Tres Fronteras Ediciones 2008


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