Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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domingo, 14 de julio de 2013

El espejo de Pitágoras

Pitágoras en un grabado de Les vrais portraits el vies des hommes illoustres crecz, latins et payens (París, 1584) de André Thevet


Pitágoras con sangre (narra una
Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.

Jorge Luis Borges, La luna



Como si de una investigación detectivesca se tratara, Jurgis Baltrušaitis sigue la pista de la leyenda que se forjó en torno a la supuesta práctica mágica llevada a cabo con espejos por Pitágoras. Según las conclusiones de algunos eruditos a partir de lecturas de diversas fuentes, el gran sabio griego de la Antigüedad conseguiría gracias a tales artes -adelantándose a las modernas comunicaciones vía satélite-, proyectar escritos en la luna llena que podían ser leídos por otras personas a grandes distancias. 
El investigador lituano se valdrá para ello de una exaustiva búsqueda de documentos que dan noticia de los comentarios, controversias bizantinas y especulaciones surgidas en torno a tal leyenda a lo largo de varios siglos, poniendo de manifiesto -por otra parte, algo bastante habitual-, de cómo sucesiones de errores, tergiversación y fantasía, van transformando la idea y la visión sobre personajes históricos y legendarios.
Todo ello compone un mosáico divertido y pintoresco en una amena e interesante lectura.


El espejo de Pitágoras
Por 
Jurgis Baltrušaitis

I.  La proyección de letras en la luna. Las fuentes de Kircher (G.B. della Porta, Agrippa). Los magos de Tesalia de Aristófanes y de sus escoliastas. El espejo lunar de Luciano.


¿Es posible trazar letras sobre la luna? La cuestión fue planteada por Athanasius Kircher (1646) en su capítulo consagrado a la Nueva Criptología donde cita, reproduciéndolos in extenso dos textos, uno de G. B. della Porta (1589), el otro de Cornelio Agrippa (1529)

He dicho y observado que podemos utilizar este artificio (un espejo cónico truncado cóncavo) para cosas grandes y maravillosas y principalmente para inscribir letras en el disco lunar, pues lo que hayamos trazado sobre este espejo, tal como digo, lo envía a una distancia ilimitada tan lejos como la luna, especialmente siendo ayudado por su luz...

escribe el autor de la Magia natural al final de su demostración sobre la sección parabólica que puede lanzar lenguas de fuego a distancias ilimitadas.
El segundo texto procede de la Filosofía oculta, bastante anterior, y es menos preciso en lo relativo a la naturaleza del instrumento, y se extiende más sobre la leyenda:

Hay otro prestigio mucho más admirable, y es que alguien después de haber pintado imágenes o escrito algunas palabras de cierta manera, exponiéndolas en la noche, con buen tiempo y luna llena, a los rayos de la luna, cualquier otro puede verlas o leerlas siendo informado de esas cosas en la circunferencia y el círculo de la luna, sus representaciones alzadas y multiplicadas en el aire, lo que es muy útil para dar a conocer noticias, cuando la plazas o las ciudades están asediadas. Es un secreto que Pitágoras practicó antaño y que es conocido hoy por algunas otras personas como yo mismo.

Moneda dedicada a Pitágoras s.III
El propio Agrippa, y también Trithemio, habría confeccionado espejos de esta especie que serían en realidad aparatos de proyección y no telescopios como supone Mirami en el prefacio de su libro.
Kircher, y tras él Schott (1657), admiten una transmisión de imágenes parecida a través de los espacios infinitos con la condición de una contribución diabólica. Su fecha exacta, el 3511 del mundo, el año de los Juegos Olímpicos, en el que Pitágoras apareció con un muslo de oro, como se indica en el Tesoro cronológico de Guillebaud (1642). El artículo Pitágoras del Diccionario de Bayle (1697) recapitula la historia de la leyenda con una importante bibliografía.
El cuento nace alrededor de Aristófanes y de sus exégetas. El espejo y la luna se encuentran directamente asociados en la comedia Las nubes (423 a. C.) donde Strepsiades replica a Sócrates:

¿Si pagase a una maga de Tesalia para que hiciera descender la luna durante la noche, si enseguida la encerrase en un estuche redondo como un espejo y luego la tuviera bien cuidada...? Y si la luna no se alzara, nadie pagaría los intereses.... Porque el dinero se presta por meses.

Sin duda, todavía no hay letras, ni transmisión de signos en el cielo, ni siquiera espejos propiamente dichos. Pero se sabía por Platón y Plinio que las brujas de Tesalia eran célebres por su arte para hacer descender el astro de la noche. Este pasaje ha dado ocasión a un escoliasta para relatar una historia de Pitágoras más o menos relacionada con esta escena. Citamos la traducción de Bachet (1625), que procedió a un estudio crítico de todos estos textos:

Hay un juego inventado por Pitágoras, que se hace con un espejo, de esta suerte. Estando la luna llena alguien escribe en un espejo cuanto quiera con sangre y tras advertir a otro, se pone de espaldas y vuelve hacia la luna las letras escritas en el espejo, entonces el otro enfocando su mirada atentamente al globo de la luna lee en él todo lo escrito en el espejo como si estuviera escrito en la luna...

Espejo de bronce griego s. II a.C.
La nota se debe, sin duda, a Dídimo, apasionado comentador de Aristófanes que cierra el periódo alejandrino, y ha tenido una amplia difusión con las obras del escritor. Suidas la vuelve a copiar con ciertas incorrecciones, en el siglo X, a partir de un ejemplar anotado del original.
El extraordinario instrumento no era el único en su género. Otro espejo lunar figura en un relato sensiblemente contemporáneo. En su viaje celeste durante el cual alcanza la luna, una gran isla suspendida en el cielo, reluciente y redonda, Luciano describe un aparato semejante:

Vi una gran maravilla en el palacio del Rey. Era un gran espejo colgado encima de un pozo muy poco profundo. Descendiendo en el pozo, se oía todo cuanto se decía sobre la Tierra y mirando en el espejo se veían todas las ciudades y todos los pueblos como si estuviera en medio de ellos. Vi mi patria y a todos mis amigos. No se si ellos me vieron, no me atrevería a asegurarlo, pero si alguien se niega a creerme, verá, cuando llegue el momento, que no soy un mentiroso.

Los elementos están invertidos, pero se trata también de una comunicación interplanetaria con la ayuda de un instrumento de la misma especie. Sin relación directa entre ellas, las dos leyendas proceden de un mismo fondo catóptrico cuyo lado mágico ha excitado las imaginaciones desde Euclides y más todavía con Herón de Alejandría.

 Espejo griego de bronce s.V a. C.


II. El despertar de la leyenda pitagórica y sus transposiciones modernas. Transmisión de informaciones por satélite entre Milán y París. Ajustes técnicos: la forma del espejo y la escritura con sangre. De la mitología del siglo XVI (Conti) a la demonología del siglo XVII (Martín del Río - P. de l'Ancre). Extensión de la red de comunicaciones: Constantinopla, Nápoles, Londres, Roma.

Mencionada desde 1516, sin referencias a las fuentes, por Ricchieri (Coelius Rodriginus), la antigua leyenda ha sido rápidamente continuada por diferentes autores y enriquecida. Su redacción clásica, que servirá de base para todos los desarrollos, fue establecida a mediados del siglo XVI. Se debe a Natale Conti (1551), un mitógrafo milanés cuyo capítulo De la Luna contiene la historia de su génesis y sus últimos desarrollos.
El erudito procede metódicamente evocando en primer lugar a las jóvenes de Tesalia que hacían caer al planeta pronunciando palabras fabulosas. Virgilio, entre otros, lo afirma:

Los versos mágicos sacan del cielo la luna...

La cita de las Bucólicas viene a apoyar las creencias populares que Aristófanes ha evocado hace mucho tiempo en sus Nubes:

Los antiguos han escrito que esta opinión procede de que ciertos espejos redondos se preparaban de tal modo que representaban  la luna como si se hubiera arrancado del cielo. Y eso fue invención de Pitágoras...

La continuación repite completa la noticia del escoliasta.
El espejo de Pitágoras no era por tanto un cuento de brujas de la Grecia arcaica. Es él quien se encuentra, de hecho, en el origen de las leyendas tesalinas. También ha sido reconstruido por los Modernos que lo habrían utilizado realmente. Agrippa, ¿no daba a entender que se le podía sacar partido para las comunicaciones entre los ejércitos?

Fue realizado en la época en que el gran rey Francisco I hacia la guerra al Emperador Carlos V por el Ducado  de Milán. Se dice que, más de una vez, lo que había ocurrido en Milán durante el día, era recibido en París a la noche siguiente.

Nacido en Milán hacia 1520, Conti seguramente recuerda aquí uno de los rumores que circulaban entre la población durante el asedio sufrido cuando él era todavía un niño. Se trataba ya de una transmisión por satélite. En aquella época, la operación aparecía no obstante como un prodigio del diablo. Serían por tanto los demonólogos quienes sucedieran  ahora al historiador de los dioses antiguos y a los sabios. Le Loyre (1580), un magistrado de Angers especializado en brujería, fue el primero de ellos que se ocupó de la leyenda.
En primer lugar, da una traducción versificada de Aristófanes en la que aparecen algunos detalles nuevos:

Si yo fuese a comprar una tesaliense
Que trajera la luna con su magía
Y luego la encerrase en un lugar seguro
Como un espejo ventrudo y reluciente.

El espejo de Pitágoras era esférico-convexo como este estuche del disco lunar arrancado del cielo. Quedaba todavía la cuestión de la sangre con la que se trazaban las letras:

Y dicho esto, el intérprete (el escoliasta) trae lo que sigue. Pitágoras, dice, es un filósofo muy docto que escribía con sangre humana, precisa Le Loyer, sobre el espejo ventrudo que los griegos llaman catoptron.

El segundo elemento nuevo -la sangre humana- proviene, sin duda, de un libro de brujas. Cualquier otra hipótesis considerada sólo puede confirmar la fuente:

Ahora, dejo pensar a los pomponancios si ese espejo de Pitágoras y esas letras escritas con sangre humana no serían parecidas a su sangre de macho cabrío y a sus dos espejos juntos al brillo del sol o de la luna, procedentes ambos del arte del diablo y no de otra cosa.

Los orígenes del procedimiento no pueden ofrecer la menor duda: 

En cuanto a Pitagoras, ha sido el mayor mago de su época y además estuvo en estrecha alianza con el Diablo, como testimonian los falsos milagros e imposturas que se dicen de él, dignas de un hombre que lo estuviera.

Pitágoras afinando instrumentosmusicales
Representado en la Edad Media, de acuerdo con Casidoro e Isidoro de Sevilla, entre las artes liberales, como inventor de la música (una armonia universal), el sabio queda relegado ahora al dominio de Satán.
Estamos en plena época de una ofensiva general desencadenada contra los brujos de toda Europa por los jesuitas, acompañada de una proliferación de textos destinados a servir de base y justificación. Una Summa daemoniae que hacía juego con la Summa theologica debió ser elaborada urgentemente en su totalidad. El resultado fue una floración de los tratados diabólicos que definían y clasificaban con método las manifestaciones del Maligno. Son vastas compilaciones donde oscuras supersticiones se mezclan con iluminados conocimientos.
Una vez demonizado, el mito pitagórico se extiende con estos dogmas. Los doctores en brujería, encargados también de combatirla mediante la tortura y el fuego, no dejaron de utilizarlo para sus demostraciones y, entre ellos, el más ilustre, Martín del Río (1612), lo empleó en Flandes:

Algunos autores recientes relatan que Pitágoras tenía la costumbre de escribir en un espejo hueco letras empapadas en sangre humana y adivinar por este medio oponiendo el espejo a la luna.

Se trataba de un hechizo adivinatorio que operaba con un espejo cóncavo.
Torreblanca (1615), inquisidor español, cita la misma versión del espejo hueco utilizado en la catoptromancia. Para De l'Ancre, el instrumento sería metálico:

Pitágoras tenía un espejo de acero muy pulido en el que realizaba cuanto lo venía en gana y lo mostraba después a la Luna llena y mirando sobre ella podía leer cuanto estuviera contenido en el espejo, lo mismo que si estuviera escrito en la Luna. Y de esta manera podemos escribir e incluso dar a conocer las concepciones de nuestro corazón a una persona en un país muy lejano de nosotros...

Así se hizo en tiempos de Francisco I, rey de Francia, entre Milán y París. Adivinación de cosas secretas y transmisión del pensamiento se realizan con el mismo instrumento.
El padre jesuita era un hombre refinado cuya morada se alzaba junto a su capilla, cuyos sótanos estaban tapizados con conchas de ostras, en la cima del "Monte Parnaso de las Musas" de Loubens. Quemó brujas vascas como habría quemado a las de Tesalia.
Una vez incorporada a la catoptromancia, la leyenda permanece estable salvo en algunos detalles. El espejo hueco reemplaza, desde Martín del Río, sin duda debido a los paraboloides de Porta, al espejo ventrudo de Le Loyer. Es de acero después de De l'Ancre. Aún había cierta controversia con el tema de la sangre. ¿Sangre humana? ¿Sangre de macho cabrío? ¿Ni una ni otra?
Naudé (1625) propone una tercera solución: una receta muy antigua recogida por Moreau (1625): habas machacadas y espuestas durante un tiempo a la luna, que se convertían en un líquido sanguineo:

Puede decirse que no hay nada extraordinario en esta conversión que él (Pitágoras) hacía de habas a sangre, puesto que M. Moreau muestra muy claramente que siguiendo los principios de los Químicos, es algo que puede hacerse.

De modo que Pitágoras, si realmente hubiese realizado estas fabulosas operaciones, no tenía razón alguna para preferir la sangre humana a un elixir vegetal que daba el mismo resultado.
La fábula ha tenido paralelamente otro desarrollo. Las comunicaciones por satélite fueron realizadas no solamente entre Milán y París. Según Risner (1606), Lutecia podía recibir mensajes de Constantinopla. Según Schott (1657), considerado jesuíticamente el procedimiento como algo diabólico, podía leerse en Constantinopla en una noche clara lo que escribía en Inglaterra, en Londres. Campanella (1620) informa, por su parte, que se creía en Italia, que Roma se comunicaba de ese modo, a horas convenidas, con España y Nápoles.


III. Los escépticos y el triunfo del diablo. Disputas filológicas (Mersius, Bolunger, Casi). Disputas tecnológicas (Campanella, Leurechon). Controversias entre las matemáticas y los brujos: demolición del mito por la razón (Naudé) y contraofensiva de los demoníacos (Jacques d'Atun).


Recuperada a lo largo del siglo XVI en tratados de filosofía oculta, mitología y demonología, la historia de un escoliasta de Aristófanes se extendió y desarrolló sin freno hasta los años veinte del siglo XVII cuando ha debido hacer frente a algunas reacciones críticas.
La atribución misma del sistema de Pitágoras fue puesta en tela de juicio tras el tardío descubrimiento de un texto de Suidas, gramático bizantino del siglo X cuyas publicaciones, la de 1610 entre otras cosas, incluían falsas transcripciones de algunos nombres. Es Pythas y no Pythagoras el que figura en ellas, en efecto, en la noticia relativa a las Nubes.
Meursis (1625) reveló el hecho  concluyendo que se trataba del nombre de un antiguo juego de espejos, sin relación alguna con el ilustre filósofo. Además, ni Diógenes Laercio, ni Porfirio mencionan semejante invención en la historia de su vida. Bachet (1626) se apresura a poner las cosas en su sitio:

En cuanto a Suidas, parece que no hace más que transcribir el pasaje palabra por palabra, pero en todos los libros impresos de este autor hay muchas faltas y me sorprende que Meursis pueda sostener esta palabra (Pythas) que no significa nada, creyendo que el juego de escribir en la luna se llamase Pythagus.

Boulenger (1627) y Cesi (1636) hacen la misma rectificación, haciendo no obstante derivar el nombre del juego (Pythagus) del de su inventor.
El famoso instrumento fue también objeto de violentos ataques. Dos razones técnicas lo hacían perfectamente inoperante:

1. El debilitamiento de la luz de las inscripciones elevándose hacia la luna.
2. El progesivo distanciamiento de los rayos proyectados a tan gran distancia.

Los argumentos fueron adelantados por Campanella con ocasión de las pretendidas comunicaciones nocturnas de Roma con España y Nápoles. Era un hereje, que había pasado veintisiete años en prisión, quien combatía las tradiciones escolásticas y no creía en la brujería.
Gaspar Schott (1657) hizo valer para la misma causa un razonamiento contrario. Sólo podía tratarse de un espejo esférico convexo que disminuye las formas que refleja, de modo que las imágenes y los signos aparecerían en él demasiado pequeño para que se pudiera discernir.

 Grabado de 'Magia Universalis Naturae Et Artis "(Maravillas de la Naturaleza universal y Arte, 1657) de Gaspar Schott. Típica representación de una cámara oscura. La imagen exterior de la izquierda bajo la luz del día se proyecta invertida a traves de un orifcio sobre la la pared de una habitación a oscuras. Principo también de la "linterna mágica".

Un matemático francés, el padre Leurechon, era menos categórico. Evocando, en la reedición de sus Entretenimientos (1626), el espejo de Pitágoras, no deja de observar que, para que las letras fueran legibles sobre la luna, debían estar escritas al revés.
Pero Pitágoras y toda su obra en general se encuentra ahora en el corazón de una polémica general, con mil años de antigüedad, sobre la magia y la ciencia, resucitada por Gabriel Naudé, bibliotecario de Richelieu.
Los conocimientos que sobrepasan la inteligencia común de los hombres y que no son explicitamente reconocidos por la Iglesia, ¿son o no son sospechosos? La física y las matemáticas especialmente fueron abordadas en el curso de este debate:
"Las matemáticas son la causa de la ruina de nuestra República cristiana...", exclama Massé (1579), que reunió en una obra apasionada numerosos textos antiguos en favor de sus tesis...
"Seducido y seductor, decepcionado y decepcionante...", dijo san Agustín de uno de estos sabios, recordando por otra parte que los matemáticos fueron expulsados de Roma:

Cesar Augusto, en cuyo reinado nació Nuestro Señor, entre otras interpretaciones que hizo para el Rey Celeste y su Ley, espulsó de Roma y de toda Italia, no solo a los Magos sino también a los Matemáticos y entre otros a un gran Filósofo Pitagórico, llamado Anaxilas, tal y como refiere Eusebio en sus Crónicas.

La ley de la cifra se opone a la ley de Cristo y sus adeptos son secuaces del Diablo. Martín del Río, que tiene en cuenta el espejo de Pitágoras, afirma también por su parte que todos los artificios contrarios a la naturaleza se fundan en una geometría y una aritmética maléficas.
Naudé deplora estas falaces denigraciones. Los mejores matemáticos son siempre sospechosos de brujería y difamados por sus enemigos por haber alcanzado conocimientos más profundos. Peyera (1597), uno de los jesuitas especializados en la materia, ¿no distingue acaso dos tipos de magia, la natural y la magia artificial? La que depende exclusivamente de la Física cuyas virtudes ocultas producen a menudo efectos admirables y extraños; la que construye, según las reglas de la matemática en las que no hay ninguna corrupción, artificios y máquinas que muestran cosas más sorprendentes todavía y cuya naturaleza es sobrepasada por el arte que la domina.

 Athanasius Kircher, Ars Magna Lucis et umbrae in mundo (1645)

Ahora bien, Pitágoras, según dice Cicerón, deducía todo de los números a los que atribuía grandes misterios e incluso los nombres de algunos lugares. Los utilizaba, según sus propias aseveraciones, para llevar a cabo una infinidad de milagros y por esta causa fue tildado por Le Loyer de mago y encantador.
Parecería que, en estas condiciones, el espejo, la luna, las letras, no causarían problema alguno. Sin embargo, se formularon ciertas reservas pese a algunas contradicciones, precisamente en este punto. Naude admite, por una parte, que Pitágoras podía utilizar, en lugar de sangre, el jugo de habas, pero por otra, duda con Campanella de la eficacia del instrumento. Por lo que concierne al relato de Natale Conti sobre Francisno I y Carlos V:

Su relación es una simple fábula inventada por aquellos que quisieron unir magia con las armas de aquellos dos grandes Príncipes, como se dice que hicieron antiguamente Ninus y Zoroastro, Pirro y Craso, Nectanebus y Filipo de Macedonia.

No se sabrá nunca cuáles fueron las verdaderas razones de esta demolición de un mito de Pitágoras por uno de sus adeptos, convencido del poder sobrenatural de sus medios. ¿Un temor hacia los matemáticos modernos? ¿Un contraataque sin compromiso contra la demonología jesuítica?
Sin embargo, será el demonio quien acabe por triunfar. Jaques d'Autun (1670), contrario a la Apología de Gabriel Naudé, "por todos los grandes personajes que han sido acusados falsamente de magia", escribe "una Apología por los sabios que han acusado justamente a los grandes personajes de magia":

El espejo sobre el que marcaba caracteres con sangre que hacía reflejar en la faz de la luna, cuando estaba llena, era en efecto, Arte Mágica, obra del Demonio que fascina los ojos de sus Discípulos para hacerles creer que era uno de los genios que habitaban en la Luna, la Luna que Pitágoras adoraba como una Divinidad.

"La incredulidad sabia y la incredulidad ignorante" falsearon completamente el juicio sobre los grandes hombres y sobre sus empresas científicas cuando las matemáticas se hallaban en el origen de todos los errores:

Si los efectos deben parecerse a sus causas, ¿quién se sorprenderá al oír que la Matemática es el principio de la Magia? ¿Quizá esta Ciencia tan brillante de luz no producirá más que tinieblas? Esos raros objetos que encantan nuestra mirada se convertirán en espectáculos de horror y las observaciones de las Esferas Celestes, que las inteligencias puras dotan de movimiento, nos precipitarán hacia el Angel rebelde que quiere hacerlas su Trono.

La marca del diablo se aposenta todavía en las ciencias exactas en una obra un cuarto de siglo posterior a Descartes.
Pero reanimada en el curso de todas estas discusiones bizantinas, la leyenda ha tenido también un brillo propio. Desde hace tiempo es un cuento popular que mantiene sobre todo los elementos recientes, es decir, el asedio de Milán. Narrada por N. Conti (1551), mitógrafo y testigo de los acontecimientos, es recuperada acto seguido por un demonólogo (De l'Ancre, 1622) y por un historiador (Guillebaud, 1642), y la fábula es reproducida ahora, entre otros, en un almanaque (1680), con una historia para cada día del año. Figura allí el veintiuno de junio como una receta práctica:

EL MODO DE SABER LAS COSAS AUSENTES SIN MAGIA. Hay que escribirlas con letras grandes en un Espejo y presentarlo a la Luna que las hace conocer en otro espejo donde se las observa. De este modo, Francisco I haciendo guerra a Carlos V por el Ducado de Milán, lo sabía la noche siguiente en París.

Sin duda una tradición sólidamente implantada y los nombres de los dos grandes monarcas permitieron estas interpretaciones desenvueltas de un misterio.                                                
                                                           



Lecturas:

 Jurgis Baltrušaitis, El Espejo. Miraguano Ediciones 1988

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4 comentarios:

Syr dijo...

Amena, curiosa e ilustrada entrada, amigo Jan.

Demuestras que los equívocos, pueden ser utilizados de manera tan partidista, que dan al traste con el buen nombre y reputación de grandes personas.

¿ Será política?.

Un fuerte abrazo, amigo

Jan dijo...

Parece amigo Syr, que la capacidad embaucadora y manipuladora siempre ha acompañado a toda persona o grupo con aspiraciones de ejercer un dominio o, por pura vanidad, crearse un prestigio.
¿Política?, sí, éste es el terreno en el se hace más evidente dado el continuo espectáculo (dirigido tanto a ensalzar como a desprestigiar al lider de turno desde las diferentes trincheras), al que permanentemente asistimos. Y que además amenaza con politizarlo todo...

Abrazos

Anónimo dijo...

Simpático... gracias

Anónimo dijo...

Jan, como podria ponerme en contacto contigo, necesito un texto, a ver si me ayudas, mi direccion es petrzab@rambler.ru (Petr, Moscu, Rusia). Espero tu mensaje