Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 7 de marzo de 2014

Ciudad ideal

  
Corona de la ciudad, vista de pájaro del Oeste. Bruno Taut, Die Stadkrone (1919)



"...las variaciones sobre las  formas elementales con las que se hacen los planos de ciudades ideales sirven también de soporte a la transfiguración del dibujante en mago. Difícilmente se puede evitar pensar que el laberinto disciplinado de Cristianópolis tenia para Andreae una virtud, por inconsciente que fuera, de exorcismo, y que Campanella trasladando su malograda República a la visión plástica de la Ciudad del Sol, realizó sobre sí mismo la benficiosa operación que el marco de esta ciudad debía ejercer sobre sus habitantes."

Robert Klein
La forma y lo inteligible (El urbanismo utópico)



Una constante entre los grandes imaginativos  como Valentin Andreae y Tomasso Campanella referidos por Robert Klein -entre otros muchos que planificaron proyectos urbanísticos de los que cabría también recordar a Tomás Moro y su isla de Utopía o Francis Bacon con su Nueva Atlántida-, es el común postulado de que se puede transformar para bien a los hombres organizando el espacio en que se mueven. Sobre este principio básico tenido ya en cuenta por arquitectos de la Antigüedad, cabe también incluir el proyecto de la Nueva Ciudad ideada por Bruno Taut ya en pleno siglo XX que en esta entrada presento. Proyecto donde la influencia de los "utopistas" anteriores en sus concepciones místicas se harán evidentes, pero aquí con un marcado carácter secularizado propio de la modernidad y siguiendo los ecos hegelianos donde el arte es considerado como la determinación suprema del espíritu. Ideales propios del romanticismo que los arquitectos visionarios expresionistas siguieron, y a los que sumando principios del socialismo humanista de influencia anarquista, apostarían por una sociedad donde el individuo esté libre de cualquier forma de dominación e imposiciones de los poderes económicos, militares, religiosos o estatales. El aspecto más utópico del proyecto de Taut lo encontramos en lo que él denomina La Corona de la Ciudad, espacio elevado en el centro de la ciudad ocupado por una Catedral laica (La Casa de Cristal), una Casa del Pueblo, así como por otras edificaciones dedicadas al arte y la cultura, además de amplias zonas ajardinadas con la finalidad de promover el desarrollo personal a través de la contemplación poética y la intuición artística. De esta manera, el centro de la ciudad no se reserverá a los negocios ni a las instituciones políticas, carentes de valor en una concepción humanista y espiritual que, habiendo sido desplazada por el capitalismo de su papel predominante en las relaciones sociales, serán ahora reivindicadas. Dejo a continuación parte del texto donde nuestro autor planificó éstas ideas.



La Corona de la Ciudad (1919)
(parte final)
Por
Bruno Taut


El proyecto presentado al final es un intento de mostrar cómo se podría tal vez conseguir lo más elevado, el coronamiento de la nueva ciudad. A la vista de los ejemplos que se muestran y se mencionan, puede parecer más que arriesgado, incluso temerario, atreverse a hacer algo que se halle en esa dirección. Pero alguna vez habrá que intentarlo, aun a riesgo de ser tachado de inmodesto y utópico. Únicamente se trata de ilustrar mediante una versión concreta las tendencias hacia la altura, lo cual no ha de ser contemplado como un fin en sí mismo, sino sobre todo como un estímulo para poner lo conocido más al alcance de la realización y de una posterior creación basada en un propósito determinado. 
En primer lugar, habrá que examinar la base, aquello que ha de ser coronado: la ciudad. Hemos partido de un esquema según el cual habrá que crear una ciudad nueva asentada en la llanura. (...)

Esquema de la Nueva Ciudad asentada en la llanura


El conjunto está comprendido dentro de un círculo de unos 7 kms de diámetro en cuyo centro se halla la "corona de la ciudad". Ésta, un área rectangular de 800x500 metros (en color negro en el centro del esquema), es rozada por las principales arterias de circulación, las cuales, por razones de tráfico y de belleza, no discurren hacia su centro, sino que la tocan tangencialmente y, desde allí, se dispersan formando amplias curvas. La línea del ferrocarril ha sido emplazada en la parte oriental formando una curva similar, de tal modo que entre la estación y el centro de la ciudad se desarrolle la vida comercial (parte izquierda del esquema). En este cuadrante, por razones prácticas, los edificios administrativos, el ayuntamiento, etc., estarían situados en lugares destacados. Junto a la línea del ferrocarril, hasta más allá de la periferia, quedan emplazadas las fábricas, que al estar orientadas hacia el este, evitan que la ciudad se exponga a sus gases.
Desde el oeste, de donde procede la dirección principal del viento, penetra hasta el interior un gran parque en forma de sector que trae aire puro de los bosques y de las tierras de labranza. Este parque, que une el corazón de la ciudad con el campo abierto a modo de una gran arteria vital, ha de ser un auténtico parque popular, con lugares de recreo infantil, prados para jugar, estanque, jardín botánico, flores, rosaledas y una amplia y extensa arboleda que desemboque en el campo. Axialmente con respecto al centro de la ciudad, se encuentran los barrios residenciales tres iglesias de cierta importancia, mientras que los colegios están diseminados aquí y allá. En medio del parque quedaría emplazada la universidad y, más afuera, los hospitales. Para acortar el camino, dos calles principales conducen en diagonal hacia la estación.
Las calles principales de los barrios residenciales discurren en lo esencial de norte a sur, de modo que las fachadas de las casa de ambos lados reciban sol de levante y de poniente, y en las calles y en los jardines no haga viento. En lo que respecta al caracter, estas calles están completamente concebidas a la manera de la ciudad jardín, con hileras de casa bajas unifamiliares y un jardín profundo para cada casa, aproximadamente como en las figuras de más abajo, de tal modo que el propio barrio residencial sea considerado como zona de jardinería y horticultura y ahorre Laubenkolonien (colonias de pabellones habilitados como vivienda de fin de semana o de veraneo con su correspondiente terrenito).

Ordenación urbana del tipo ciudad jardín junto a Berlín

Aspecto de una calle del tipo ciudad jardín según Bruno Taut

A continuación del cinturón ajardinado de la periferia, se halla la zona agrícola. La superficie total de la ciudad es de 38,5 kms2; la del área residencial, de unos 20 kms2 y, con una edificación similar a la de la ciudad jardín, daría cabida a 300.000 habitantes -es decir, 150 por hectárea- o, en caso de ampliación, hasta 500.000. 
Conforme a los principios de la ciudad jardín, la altura de las casas de los barrios residenciales será tan baja como sea posible. Los edificios comerciales y administrativos sólo deben sobrepasarlas, como mucho, en un piso, de tal modo que la corona de la ciudad destaque poderosa e inasequiblemente por encima de todo.

Corona de la ciudad, alzado Este

Cuatro grandes edificios formando una cruz rigurosamente orientada hacia el sol -una ópera, un teatro, una gran casa del pueblo o un salón grande y uno  pequeño- coronan el conjunto y señalan con sus extremos las cuatro direcciones distintas, con el fin de facilitar  una rápida dispersión. (...)
Desde el edificio de la ópera, al que acompañan el acuario y el invernadero -con la silenciosa belleza de los peces, las flores y las plantas y aves selectas-, una rampa cubierta y dotada de varias escaleras conduce a un patio con estanque -y desde allí, a un aparcamiento de coches-, asímismo rodeado de arcadas, a modo  de digna nota final tras el disfrute del arte y como digno primer acorde del mismo. A continuación, en la plaza extrerior, se encuentra el museo y la biblioteca central, unos edificios sobrios de dos pisos que no han de ser demasiado grandes, porque esperamos que en la nueva ciudad no tenga lugar esa acumulación de masa de todo lo viejo sin excepción y de todo lo dudosamente nuevo, como por desgracia ocurre hastga la saciedad en los museos actuales.
El arte vivo no precisa en modo alguno de almacenamiento; ya no tiene por qué soportar una existencia lamentable dentro del museo, sino que ha de contribuir a impregnar todo el conjunto integrándose en él. (...)
Delante de la escalinata puede verse una gran plaza cubierta de césped y en pendiente, para que en las asambleas que se celebran al aire libre la multitud pueda oír tumbada al orador, que se colocará en un púlpito situado junto a las escaleras. Esta plaza cubierta de césped continúa al otro lado de la calle, en el parque municipal, hasta llegar a un lago con juegos de agua. A derecha e izquierda del césped hay un teatro de verano y un restaurante con jardín, y más allá, en el parque, podrían celebrarse festejos de verano y un restaurante con jardín, y más allá, en el parque, podrían celebrarse festejos populares al estilo del Tívoli, en Copenague.

 Corona de la ciudad, aspecto general

El conjunto queda, pues, gradualmente escalonado de arriba a abajo, del mismo modo que los hombres están escalonados según sus tendencias e inclinaciones. La arquitectura se convierte así en una imagen cristalizada de la estratificación humana. Todo es accesible a todos; cada uno va al lugar por el que se siente atraído. No existen conflictos, ya que siempre se juntan los que coinciden en gustos.
El coronamiento superior lo forma el macizo de los cuatro edificios, a modo de expresión visible -y simbólica por su forma de cruz- de la construcción. Las esperanzas sociales del pueblo hallan aquí su consumación en las alturas. El drama, la composicíón, proporciona a los hombres aquí reunidos la elevación espiritual que añoraban en la vida cotidiana, y la reunión en la casa del pueblo les hace sentir lo que, como hombres, pueden darse unos a otros, al tiempo que ennoblece el instinto gregario, fuerza primitiva de toda agrupación.
Tanto por fuera como por dentro, en su aspecto y en su estructura, estos edificos han de ser un organismo que únicamente puedan existir dentro de esa vida particular. Los teatros han roto al fin con la tradicional separación entre el escenario y la sala de espectadores, con el abismo que mediaba entre actor y deleitante, y ya no ofrecen el deleite dramático como un artículo de consumo obtenido a cambio de dinero que, antes de pagar la entrada, permanecía encerrado tras el "telón de acero". El telón ya no es separación, sino un recurso artístico lleno de sentido: un estrecho vínculo une a actores y espectadores. (...)
Las casas del pueblo tienen un tono similar: el timbre pleno y armonioso de la comunidad humana. En ellas ha de madurar y elevarse el espíritu y el alma, que de este modo embellecerán el conjunto. (...)

 Corona de la ciudad, planta

La cruz que forman estos cuatro edificios constituyen el coronamiento de todo el grupo arquitectónico; pero este macizo por sí solo no es todavía la corona. Únicamente es un pedestal para un edificio más alto, el cual, desprendido por completo de toda finalidad, reina sobre el conjunto a modo de arquitectrura pura. Se trata de la casa de cristal, realizada a base de vidrio, un material de construcción que denota materia, pero también algo más que una materia corriente, dadas sus características de brillo, transparencia y reflejo.

Recreación virtual del Pabellón del Vidrio realizado por Bruno Taut en 1914 para la exposición de la Deutscher Werkbund  con el que podemos hacernos una idea (reducida) de la Casa de Cristal de este utópico proyecto


Una construcción de hormigón armado la eleva sobre el macizo de los cuatro grandes edificos y forma una estructura, entre la que resplandece toda la rica variedad de la arquitectura de cristal: cerramientos de cristal en forma de prismas, hojas de vidrio coloreadas y esmaltadas. La casa no tiene nada más que un único espacio, al que se accede desde las escaleras y puentes a derecha e izquierda del teatro y de la pequeña casa del pueblo. Pero ¡cómo describir en síntesis lo que sólo se puede construir! Todas las emociones íntimas y todos los grandes sentimientos han de despertar aquí, cuando la plena luz del sol inunde el elevado espacio y se quiebre en innumerables y tenues reflejos, o cuando el sol de la tarde derrame su luz sobre la bóveda de la techumbre e intensifique con su resplandor  rojizo la riqueza de colorido de las vidrieras y de las obras plásticas.

Recreación virtual con los colores originales de la sala de la cascada en la planta baja del Pabellón del Vidrio en la Exposición de la Deutscher Werkbund realizado por Bruno Taut


(...) La arquitectura reanudará aquí su hermoso vínculo  con la escultura y con la pintura. Todo ello será una obra en la que el trabajo del arquitecto en su concepción del conjunto, el del pintor en sus vidrieras de extasiada y arrobada fantasía, y el del escultor sean inseparables del conjunto y estén tan vinculadas a él, que todo constituya sólo una parte del gran arte de la construcción, del sublime impulso creador que estimula a todos los artistas por igual y que pugna por hallar una expresión suprema.

Panorámica de  las vidrieras en el interior del Pabellón del Vidrio (imagen de la época)

(...) Inundada por la luz del sol, la casa de cristal lo domina todo como el fulgor de un diamante que centellea bajo el sol a modo de símbolo de la mayor serenidad, de la más pura tranquilidad del alma. En su interior, un paseante solitario encuentra la perfecta felicidad de la arquitectura y, subiendo por las escaleras hacia la plataforma superior, ve la ciudad a sus pies y, tras ella, la salida y la puesta del sol, al que rigurosamente orientada está esta ciudad y su corazón.
"La luz recorrerá todo el universo, y está viva en el cristal" (Paul Scheerbart). Procedente del infinito, queda atrapada en la cima de la ciudad, se quiebra y centellea en las placas, aristas, superficies y bóvedas coloreadas de la casa de cristal. Ésta ha de convertirse en el prototipo de una sensibilidad cósmica, de una religiosidad que sólo puede guardar un silencio reverente. Pero la casa de cristal no está aislada, sino rodeada de edificios que se hallan al servicio de los más nobles deseos del pueblo, edificios que ha su vez están separados por atrios de las actividades más profanas; del mismo modo que antes la feria anual y las romerías se celebraban delante de la iglesia, ahora la alegría de vivir y la realidad cotidiana también se congregan en torno al cristal. El brillo, la luz de lo puro y de lo trascendental, resplandece por encima de la solemnidad de los radiantes e inquebrantables colores. Y el radio de la ciudad a su alrededor como un mar de colorido , como un símbolo de la felicidad que proporciona la nueva vida.

 Corona de la ciudad, vista en perspectiva

(...) Lo supremo es siempre vacío y silencioso. (...) Lo supremo de de la arquitectura permanecerá para siempre, hasta el fin de los tiempos, silencioso y apartado por completo de los designios cotidianos. En lo supremo enmudece siempre la escala de las necesidades prácticas. (...) Al fundar la ciudad, se despeja el área; luego, con la creciente expansión de la ciudad, se construye lo necesario poco a poco y conforme al plan establecido, hasta que finalmente se erige en las alturas lo supremo. Las obras pueden prolongarse durante varias generaciones; los medios irán adaptándose al progreso, y esta sincronización entre ritmo y necesidad será también la que engendre la armonía del estilo. En la construcción pueden participar muchos arquitectos, con tal de que se acomoden a un gran plan. (...)
En el mejos de los casos, este trabajo ha de ser una bandera, una idea, un estímulo teórico cuya solución definitiva encierra múltiples posibilidades.


Finalizo esta entrada con el aforismo 280 de La Gaya Ciencia de Friedrich Nietzsche como uno de los textos entre los que Bruno Taut encontró inspiración para su proyecto.
 

Arquitectura para los que buscan el conocimiento

 "Sería necesario entender un día -y probablemente ese día esté cerca- qué falta ante todo en nuestras ciudades: lugares silenciosos, espaciosos y vastos, dedicados a la meditación, provistos de altas y largas galerías para evitar la intemperie o el sol demasiado ardiente, donde no penetre rumor alguno de coches ni de gritos, y donde, por una sutil urbanidad, se prohiba incluso que el sacerdote rece en voz alta: ¡edificos y jardines que expresen en conjunto el caracter sublime de la reflexión y de la vida retirada! Ya ha pasado el tiempo en que la Iglesia poseía el monopolio de la meditación, en que la vida contemplativa era siempre ante todo vida religiosa: todo lo que la Iglesia ha construido dentro de este género expresa este pensamiento. No sabría decir cómo podrían satisfacernos esos edificios aunque se les despojase de su destino eclesiástico: esos edificios hablan un lenguaje demasiado patético y sobrecogedor como casa de Dios y como lugares suntuosos de un comercio con el más allá, para que nosotros los sin Dios podamos tener en ellos nuestros propios pensamientos. Nuestro deseo sería vernos nosotros mismos traducidos en la piedra y en las plantas, pasearnos por el interior de nosotros mismos, cuando pasearamos de un lado para otro por esas galerias y esos jardines". 

Friedrich Nietzsche 



Lecturas:

Bruno Taut, Escritos expresionistas. El Croquis Editorial 1997

Simón Marchán Fiz, La metáfora del cristal en las artes y en la arquitectura. Siruela 2008

Paul Scheerbart, La arquitectura de cristal. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos. Murcia 1998

Robert Klein, La forma y lo inteligible (El urbanismo utópico desde Filarete a Valentín Andreae) Taurus 1980

Tomás Moro, Tomaso Campanella, Francis Bacon, Utopías del Renacimiento. Fondo de Cutura Económica 1975


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3 comentarios:

Fedora dijo...

En mi afán por pescar metáforas, siempre me ha gustado hacer un paralelismo entre urbanismo y ser. Hubo en tiempo en que me sentí como el plano de una ciudad árabe, llena de callejuelas estrechas y en quebrada. Ahora me siento más como una ciudad-jardín :)
Fedora fue ciudad invisible, que no utópica, pero ya sabes, tiene demasiado de irreal :)
Estaría bien que el urbanismo actual se centrara en objetivos más utópicos que no en beneficios económicos. En las ciudades de mi entorno prima el cemento y las plazas de estacionamiento. El urbanismo necesita renovarse ya.
Un abrazo no sé si cuadriculado o en expansión anular, ¿qué prefieres? :)

Jan dijo...

Fedora, me parece genial que mientras llega la renovación urbanística que reclamas para las ciudades de tu entorno, te sientas en tí misma como en una ciudad-jardín. Esa puede que sea la clave, para cambiar la realidad exterior, se ha de empezar por transformar la interior.

Poliédrico y expansivo abrazo en perspectiva cónica con punto de fuga que se pierde en el infinito.
Todo mi afecto en tres dimensiones ;-)

Fedora dijo...

Ja,ja,ja, me encanta ese abrazo. Gracias!