Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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viernes, 26 de junio de 2015

Summos fulmina


Imago Primi Saeculi Societas Iesu... Amberes 1624, pag. 324



"Hasta aquí llegarás, no pasarás, aquí se estrellará el orgullo de tus olas"

Job, 38



En su estudio iconográfico sobre el libro de Francisco Nuñez de Cepeda Empresas Sacras (1682), el profesor Rafael García Mahiques analiza todas las empresas que el jesuita toledano allí incluyera. Esta obra dirigida a los superiores eclesiásticos siguiendo las directrices del Concilio de Trento, sería ideada como una herramienta destinada a la formación de aquellos inspirándose en la parábola del Buen Pastor recogida en el Evangelio de San Juan (10, 1-19). En su primera parte, dedicada a la elección del prelado con advertencias disuasorias sobre los riesgos de los posibles pretendientes a ese cargo, se encuentra la empresa III que me ha llamado especialmente la atención. En ella se muestra un rayo que destruye la cúpula de un templo donde rebota impactando contra una gran peña a su derecha. Su mote dice: Feriunt summos fulmina (Los rayos hieren a los más altos).

 
Nuñez de Cepeda, Empresas Sacras. Empresa III (detalle)

Va acompañada de un texto que dice:

"En esta sangrienta campaña de nuestra vida, tanto más se acrecientan los peligros, cuanto en el hombre descuellan más las ventajas, o le hacen más señalado los opuestos. No es otra cosa crecer que descubrirse más los golpes. Los mismos elementos, aunque entre sí discordes, hacen liga general, y se unen a perseguir lo que más se encumbra; el fuego desata las iras de sus rayos contra los montes; el aire, que travesea con las plumas, trastorna violento los más altos alcázares; los rudales impetuosos, que perdonan débiles juncos, se empeñan en derribar olmos encumbrados; y la tierra, contra el bajel más soberbio, levanta bancos de arena para que encalle,o descollos en que se rompa. Nada hay grande que no se vea combatido; todo conspira contra lo más empinado:"

Le sigue a continuación un fragmento en latín de las Odas de Horacio que traducido al castellano dice:

"Muchas más veces combaten los vientos al grande pino, y las altas torres vienen a tierra con mayor caída, y los rayos hieren a los más encumbrados montes." (Odas II, 10, 5-10)

Oda que sería la fuente de inspiración tanto de la representación gráfica como del mote que componen la empresa. Sobre este texto horaciano se basó la creación de gran cantidad de empresas y emblemas con un mensaje dirigido a los aspirantes a alcanzar puestos superiores de la escala social, sobre los peligros a que éstos se exponían, para lo cual se utilizaron imágenes alegóricas donde se muestra la mayor exposición al impacto de rayos que padecen lugares elevados como montes y torres.

Por mi parte quisiera advertir sobre algo que seguro algunos lectores podrán observar, y es el más que posible parentesco iconográfico y conceptual entre lo aquí expuesto y la imagen del arcano de La Torre representada en infinidad de variantes de las populares cartas del tarot. Sobre ella, como sobre los demás arcanos, se han propuesto múltiples interpretaciones de carácter esotérico desde que Court de Gébelin llegara a la conclusión de que se trataban de las imágenes de un libro perdido del Antiguo Egipto con la sabiduría velada de los sacerdotes de Isis y Osiris. Le seguirían los desvaríos de Eliphas Levi y los ocultistas decimonónicos franceses.
García Mahiques, quien no hace referencia a esa posible relación, centra su estudio en la recopilación de ejemplos extraídos de libros de emblemática donde descubre la influencia de ese texto del poeta romano Horacio en diferentes variantes. Dejo a continuación un estracto:

(...) En cuanto a las empresas y emblemas basados en esta fuente, habría que destacar, en primer lugar, un buen número entre las italianas. Una de las primeras en aparecer fue la del duque Vespasiano Gonzaga, aquél que fuera virrey de Valencia con Felipe II. La reprodujeron y comentaron numerosos tratadistas: Ruscelli, Luca Contile, C. Camili y Giulio C. Capaccio, todos los cuales se salen del contexto moralizante horaciano y convierten la figura literaria en un servil canto laudatorio dirigido a Gonzaga, cada uno a su modo. Ruscelli, por ejemplo, juzgaba la empresa como bien acomodada a la excelencia del duque, a la nobleza de sus casa, ya que ninguna bajeza mancilló jamás su honra, y sólo Dios desde lo alto podía hacer prueba de su fortaleza y cristiano valor, firme como un monte. Llevaba el mote Summos fulmina, y constaba de una montaña cuya cima era alcanzada por un rayo.


Otra empresa famosa fue la del emperador Federico III, con mote Feriunt summos, y nos la presenta Capaccio como un rayo que percute una torre. (...)

Pero el caso más sobresaliente en la ilustracion de la oda de Horacio está en la obra de Otto van Veen, Quinti Horatti Emblemata. En un hermoso grabado nos muestra un paisaje en el que, al fondo, un rayo se estrella contra una montaña, a la derecha una torre se abate en plena caída y, a la izquierda, un esbelto pino se rompe.

Otto van Veen, Quinti Horatti Emblemata

En primer término, un hombre de rostro tranquilo maneja un nivel de albañilería para manifestar que busca la medianía entre la pobreza y la riqueza.

Es frecuente encontrar otros ejemplos en libros emblemáticos, de los que vale la pena comentar dos casos, por ser éstos españoles. El primero de ellos corresponde a Juan de Borja, que muestra un rayo abatiéndose en espiral sobre una torre, con mote tomado también de la oda de Horacio:Celsae graviore casu decidunt. (Que las cosas altas producen mayores caídas)

Juan de Borja, Empresas morales

Comenta así: "Lo más seguro y mejor sería contentarse cada uno en el estado en que nació, porque haciéndolo assí no hauría quien no se preciara de saber hazer muy bien lo que en su estado obligado, y con esto se viviría con más quietud y contento"

La otra empresa es de Diego Saavedra. Presenta un monte con un rayo sobre su cima, y el mensaje va dirigido a la persona del valido. Saavedra previene sobre la fácil caída de éste por causa del alto puesto que ocupa, próximo tanto al grado del rey como a su ira.

 Jovi et fulmini ((Vecino) De Júpiter y el rayo)
Saavedra Fajardo, Empresas políticas

Dice así: "Desprecia el monte las demás obras de la Naturaleza, y entre todas se levanta a comunicarse con el cielo. No invidie el valle su grandeza; porque, si bien está más vecino de los favores de Júpiter, también está a las iras de sus rayos"

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Así, tanto estos emblemas como quizás en un principio el simbolismo del arcano de la Torre, responderían al mismo ámbito ideográfico sobre los peligros de la sobervia a quienes aspiran a encumbrarse en el poder. Y como ya dije, de la misma manera que los montes elevados y torres están más expuestos a los rayos, estos lo están a ser atacados, pudiéndonos recordar aquella enseñanza del ideal estoico de mejor pasar desapercibido en la medianía ("entre la riqueza y la pobreza") llevando una vida apacible, que destacar en disputas de puestos elevados.


Lecturas:

Rafael García Mahiques, Empresas Sacras de Nuñes de Cepeda. Ediciones Tuero 1988.


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La Envidia


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martes, 16 de junio de 2015

Alquimia y emblemática: La Fuga de Atalanta


Emblema XXXIII de Atalanta Fugiens de Michael Maier
El mote que precede a este grabado dice: "Hermafrodito, yaciendo en las tinieblas como muerto, necesita del fuego".
Y el epigrama: "El ser bicéfalo y de doble sexo aparece como un cadáver cuando está falto de humedad. Si se produce en la noche tenebrosa necesita del fuego. Dáselo y así revivirá en seguida. Toda la fuerza de la piedra está latente en el fuego, todo el vigor del azufre en el oro, el del mercurio en la plata". (Traducción de Pilar Pedraza)


Podría definirse la alquimia como un método de conocimiento cuya finalidad es la transformación psicológica y espiritual de la persona a través del dominio de las energías creadoras subyacentes en la naturaleza y el alma humana. Su práctica operativa con elementos quimicos destinada al estudio de la materia a traves de un proceso iniciático, tendrá como finalidad imitar el modo de operar de la naturaleza para la obtención del lapis philosophorum (piedra filosofal) capaz de transmutar los metales modestos en oro así como un elixir o remedio universal para los males del hombre. Por otra parte, la considerada como verdadera alquimia, la espiritual, se presenta como un saber universal basado en la unificación de los contrarios que llevará al iniciado a unir armoniosamente todos los aspectos de la naturaleza y la existencia humana. El verdadero alquimista en correspondencia con la ética de la ciencia hermética, tendrá como propósito el perfeccionamiento del alma a modo de trasunto de prurificación de los metales, proceso cuya finalidad será su salvación. 
En la imagen de abajo vemos a un alquimista provisto de unos simbólicos bastón, lentes y linterna, siguiendo los pasos de una mujer con un ramo de flores y frutas. Esta mujer es una alegoría de la Naturaleza, la cual será la guía del sabio.

 Emblema XLII de Atalanta Fugiens
Su mote dice: "Sean la naturaleza, la Razón, la Experiencia y la Lectura, guía, bastón, lentes y lámpara para el que quiera aprender la química".
Su epigrama: "Que la naturaleza te guíe, y tú síguela en tu arte, porque errarás si no es la compañera de tu camino. Que la razón te sirva de cayado, y la experiencia te asegure sus luces para que con ella puedas ver las cosas lejanas. Sean la lectura la lámpara que despeje las tinieblas para que te guardes, prudente, del amontonamiento de cosas y palabras". (Traducción de Pilar Pedraza)

Ya desde la Baja Edad Media el ars alquímica utilizó extensamente las imágenes en manuscritos para transmitir sus conocimientos. La invención de la imprenta permitió un gran número de publicaciones con grabados que van desde elementales representaciones de instrumentos de laboratorio hasta composiciones simbólicas de gran impacto visual. Así encontramos en estas últimas conjuntos de simbolos universales cuyo carácter arquetípico, según Carl G. Jung, revela aspectos fundamentales de la mentalidad y el inconsciente del hombre, algo que también demostraría el análisis hermenéutico de los textos mitológicos de diferentes culturas.
En sus obras los alquimistas fueron incorporando progresivamente fábulas y mitos clásicos según la creencia de que en ellos se encontraban de forma oculta los secretos herméticos transmitidos desde la Antigüedad. De esta forma, su rica y variada iconografía se investía de un tono enigmático que mantenía sus conceptos, sustancias y procesos bajo secreto, permitiendo revelar sus arcanos solamente a los iniciados al mismo tiempo que desconcertaban y hacía desistir a profanos y curiosos. 
Como claro ejemplo ilustrativo, en la imagen de abajo Palas Atenea (Minerva) liberada de la cabeza de Júpiter gracias a un golpe de hacha de Efesto (Vulcano) según relata el mito sobre el nacimiento de la diosa, simboliza al mercurio que se sublima por la cocción, o la caída del oro en el vaso de las cocciones alquímicas. Mientras, más atrás a la derecha yacen Apolo y Venus haciendo el amor.

Emblema XXIII de Atalanta Fugiens
Su mote dice: Llovió oro cuando nacia Palas en Rodas y cuando el Sol se unió con Venus".
Su epigrama: "Hay una cosa admirable de la que Grecia nos da fe, y que fue celebrada entre los rodios. Dicen que cayó de las nubes una lluvia de oro donde estaba el Sol haciendo el amor a la diosa chipriota, y también cuando Palas salió del cerebro de Júpiter. Caiga así el oro en tan gran cantidad como lluvia de agua, en vaso adecuado".


A partir del Renacimiento se procedió a interpretar en clave alquímica casi todas la leyendas narradas en los textos clásicos, de forma muy especial las insólitas transformaciones de hombres y animales recogidas en Las Metamorfosis. Uno de los libros de emblemas alquímicos más bellamente editados es Atalanta Fugiens (primera edición 1617). Teniendo como fondo de inspiración el relato incluido en la obra ovidiana protagonizado por Hipómenes y Atalanta, se nos presenta en su conjunto como una antología de la alquimia. Su autor fue Maichel Maier y se supone que perteneció a la Hermandad iluminista de los Rosacruces.
Sobre la Atalanta Fugiens, el iconólogo Santiago Sebastián dedicó un estudio a analizar todas sus imágenes entre las que se icluyen además de la portada cincuenta emblemas. Dejo a continuación la que abre el libro a modo de síntesis sobre la interpretación alquímica del mito de Hipómenes y Atalanta, a la que añado algún emblema más a los ya presentados con su mote y epigrama traducidos por Pilar Pedraza. El relato de Hipómenes y Atalanta de Las Metamorfosis no ha sido incluido, pero los interesados pueden encontrarlo completo AQUÍ.



La fuga de Atalanta
(análisis de la portada)
por 
Santiago Sebastián


Atalanta Fugiens (1618), Portada en la que se lee:
"Atalanta en fuga, es decir, nuevos emblemas químicos de los secretos de la Naturaleza, acomodados en parte a los ojos y al intelecto, con figuras grabadas en cobre y sentencias, epigramas y notas adicionales, y en parte a los oídos y al recreo del ánimo, con unas cincuenta fugas musicales a tres voces, de las que dos corresponden a una melodía sencilla apta para cantar dísticos; todo ello destinado a ser visto, leído. meditado, comprendido, juzgado, cantado y oído con extraordinario placer.
Su autor es Michael Maier, Conde del Consistorio Imperial, Doctor en Medicina, Caballero Libre del Imperio, etc..
Oppenheim, impreso por Hyeronimus Galler para Johan Theodor de Bry,"
MDCXVIII


La Atalanta Fugiens proclama su interés desde la misma portada, cuyo largo título, autor y editor están bordeados por diversas escenas referidas al episodio mitológico de la competición entre Hipómenes y Atalanta, referida a los secretos de la naturaleza, expresados aquí por medio de cincuenta emblemas.
Su fuente clásica no falta en el repertorio de Ovidio, (...)

Esta historia dice en síntesis que Atalanta era reacia al matrimonio y declara que sólo se casará con el que la venza en la carrera. Viene entonces el astuto Hipómenes provisto de tres manzanas de oro que le regaló Venus, que él le lanza en la carrera, por lo cual debe desposarse con él. En el friso superior de la portada tenemos a la representación del jardín de las Hespérides situado al pie del monte Atlas, en el borde del Océano, no lejos de la isla de los Bienaventurados.


Allí vivían las Hespérides, hijas de la Noche, que eran tres: Egle, Eritia y Hesperatetusa, aunque los nombres inscritos en el grabado son Egle, Arethusa y Hespertusa. Ellas vigilan con la ayuda de un dragón de nueve cabezas los árboles con manzanas de oro, que fue el regalo que en otro tiempo la Tierra dio a Juno con motivo  de su boda con Júpiter. Además, las Hespérides cantan a coro, junto a las fuentes que manan esparciendo ambrosía (Hesiodo , Teogonía, 215 s.)


A la derecha vemos a Venus entregando a Hipómenes las manzanas según la narración de Ovidio.








Y en la parte inferior la carrera misma, cuando Atalanta se detiene a recoger la primera manzana.


Vencedor él, fue a consumar su amor en el templo de Cibeles, tal como los vemos en el ángulo inferior derecho, porque la gran diosa de Frigia personifica el poder de la Naturaleza y su culto fue de carácter orgiástico.



Con todo, la diosa se enfureció por la profanación de su templo transformando a los amantes en león y leona, y luego, más tarde, se compadeció de ellos y los enganchó a su carro.


La historia de la portada se complementa con la aparición de Hércules, pues el héroe fue al final de sus trabajos a buscar junto a ellos los frutos de la inmortalidad, pues la conquista de las manzanas de oro fue una prefiguración de su apoteosis.

La historia con su referencia  la explica Maier en el largo epigrama referido de la portada:

"Llevó el diligente joven -traduce Pilar Pedraza- las tres manzanas del Huerto de Héspero que le había regalado la diosa Cipris, y las puso en el suelo ante la carrera de la virgen fugitiva para que se demorara recogiéndolas. Ahora brilla ésta, luego ésa, después aquélla, delante de la que va más rápida que los Euros, porque él ha esparcido los áureos dones por el suelo. Así demoró los pasos de la joven, a la que hacía detenerse, y luego reemprender la carrera de nuevo. Cuando el amante hubo repetido tres veces la añagaza, Atalanta se entregó como premio a su vencedor. Hipómenes es la virtud del azufre; ella, la hembra vencida en la carrera por el macho, la del volátil mercurio. Luego que estos se abrazan por causa del deseo amoroso en el santuario de Cibeles, encienden la ira de la diosa, que para castigarlos viste a ambos con la piel de león, por lo que sus cuerpos enrojecen y se vuelven fieras. A fin de expresar  fielmente las escenas de esta carrera, mi Musa te ofrece una fuga a tres voces: una permanece única y corresponde a la voz de las manzanas; otra, a la que huye, y la tercera, a quien la sigue. Esto es para tus oídos, y hay unos Emblemas para que los tengas ante los ojos, pero de ahí ha de sacar la razón las señales arcanas. Estos objetos son llevados a los sentidos para que, utilizados como reclamos, el intelecto recoja las preciosidades ocultas en ellos. La superficie de la tierra tiene toda clase de riquezas, y la medicina posee la de la salud: el león doble puede proporcionarlo todo en abundancia".

 Atalanta Fugiens, Emblema XVI
Mote: "Las plumas que este león no tiene, las tiene el otro.
Epigrama: "El león, vencedor de los cuadrúpedos, fuerte de pecho y uña, lucha sin miedo y desdeña la huida. Únele por las patas con la leona alada, la cual vuela y quiere arrastrar consigo al macho. Pero él está en el suelo, inamovible, y retiene a la voladora. Que esta imagen de la naturaleza te muestre el camino." (Traducción de Pilar Pedraza)


Maier eligió un tema mitológico rara vez relacionado con la alquimia, aunque, según Robertus Vallensis, Eustathius y Suidas buscaron la conexión en la historia del Jardín de las Hespérides con la Gran Obra. Efectivamente, el mito refiere que Hipómenes tomó las manzanas de oro a la tierra, y así se consiguió la unión de los opuestos, es decir, el matrimonio entre Hipómenes y Atalanta, que es tanto como la unión del hombre con la mujer, o la del azufre con el mercurio. Este proceso no es sencillo, ya que surge la competición, y Atalanta está siempre huyendo y el mercurio permanece volatil, y es muy difícil combinarlo con el azufre fijo: ello sólo fue posible gracias a las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Ellos se unieron en el santuario de Cibeles, pero esta unión no fue adecuada y la diosa los transformó en animales salvajes. Las manzanas fueron la representación del azufre rojo como primer fruto de la Gran Obra, pues como dicen algunos textos: "La Obra es un trabajo de Hércules". Atalanta es el mercurio volatil que sólo será fijado por el azufre en tres acciones consecutivas. Venus, que entregó las manzanas a Hipómenes, es la representación de la primera materia, que pasará de ser mercurio a azufre gracias a una transformación asombrosa.

 Atalanta Fugiens, Emblema XXXVIII
Mote: "Rebis, como Hermafrodito, nace de dos montes: el de Mercurio y el de Venus."
Epigrama: "Los antiguos llamaron Rebis a una cosa compuesta de dos, y Andrógino a lo que  en un solo cuerpo es macho y hembra. Puesto que nació en dos montes, se llama Hermafrodito al que la nutricia Venus dio a Hermes. No desprecies su doble sexo, ya que él, que es al mismo tiempo macho y hembra, te dará al Rey." (Traducción de Pilar Pedraza)


El templo de cibeles donde consumaron su amor fue la imagen del vaso de la conjunción (crisol), donde el mercurio se transformó en el león rojo, el rey solar, el oro de los sabios.
Finalmente, las tres ninfas citadas en el Jardín de las Hespírides cantan a coro para facilitar las transformaciones citadas, lo que explica los implementos musicales que Maier dispuso en forma paralela a la competición de Atalanta e Hipómenes. Ya en la introducción he destacado cuan importante fue la relación entre la música y la alquimia desde los escritos del griego Zósimo; y luego, gracias a los valores místicos del número la visión de éste fue aplicada a la música de las esferas cósmicas, lo que se mantuvo a lo largo de la Edad Media y sobre todo en el Renacimiento. Maier, heredero tardío del humanismo, tuvo esto muy en cuenta no sólo con las fugas a tres voces, sino con varias referencias musicales en los emblemas.

 Partitura con la primera fuga junto al primer emblema

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Algo que hace peculiar a esta obra es el acompañamiento de cada emblema con una composición musical a tres voces para cantar los epigramas. Las voces son de Atalanta, Hipómenes y las manzanas. Las razones que llevaron a su autor a incluir esta parte musical fue su deseo de llevar a cabo una obra total que llega por el oído (música), la vista (grabados) y el intelecto (textos). Arte total dirigido a la totalidad del hombre. Al mismo tiempo continuaba con la antigua tradición que ya desde los alquimista griegos buscaba las relaciones entre la música y la química, dentro de la visión de que todas las partes del gran cosmos tienen una correspondencia musical o armónica entre sí.


AQUÍ un vídeo con algunos de los emblemas de Atalanta Fugiens acompañados con la música compuesta por Michael Mayer.


Lecturas:

Santiago Sebastián, Alquimia y emblemátic. La Fuga de Atalanta de Michael Maier. Ediciones Tuero 1989

Michael Maier, La Fuga de Atalanta (Introducción de Joscelyn Goddwin) Ediciones Atalanta 2007

J. Van Lennep, Arte y Alquimia. Editora Nacional 1978

Carl Gustav Jung, Psicología y Alquimia. Grupo Editorial Tomo 2002

José Julio García Arranz, La imagen hermética y su dimensión emblemática: una aproximación, presentado en Emblemática trascendente (VII Congreso de la Sociedad Española de Emblemática). Universidad de Navarra 2011

Luciano Berriatúa, Atalanta Fugiens, artículo en revista El paseante nº 3 (1985) pags. 93-107


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sábado, 6 de junio de 2015

Las Siete Moradas


La transverberación de Santa Teresa, Lorenzo Bernini s. XVII


"Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite ni se contenta el alma con menos que Dios".

Santa Teresa de Jesús, (Vida, 29-13)



La aportación quizá más importante de Santa Teresa en la historia de la mística fue la descripción de los grados de oración correspondientes con los estados místicos. En su obra Las Moradas del Castillo Interior, estos grados están descritos como un viaje espiritual a través de siete estados  cuya finalidad será la unión transformante con la divinidad. Este itinerario alegórico por las diferentes estancias del alma o castillo interior que respondería a un cristianizado ideal socrático del "conócete a ti mismo", ya con anterioridad a la Santa de Ávila aparece con otros matices expuesto en textos islámicos como demostró Asín Palacios (Al-Andalus, XI. Madrid, 1946). Posteriormente, Luce López-Baralt discípula del gran islamólogo, descubrió y tradujo del árabe el texto del místico sufí del siglo IX Abu-l-Hasan al-Nuri de Bagdad Maqamat al-qulub (Moradas de los corazones), donde podemos leer en uno de sus capítulos:

"Has de saber que Dios ha creado en el corazón del creyente siete castillos con cercos y muros alrededor. Ordenó al creyente que se mantuviera dentro de estos castillos, mientras que permitió que Satanás permaneciera fuera, desde donde le llama y le ladra como un perro. El primer castillo cercado es de corindón, y es el conocimiento místico de Dios; y a su alrededor hay un castillo de oro que es la fe en Dios; y a su alrededor hay un castillo de plata, que es la pureza de intención en los dichos y en la acción; y a su alrededor hay un castillo de hierro, que es la conformidad con el divino beneplácito; y a su alrededor hay un castillo de bronce, que es la ejecución de las prescripciones de Dios; y a su alrededor hay un castillo de alumbre, que es el cumplimiento de los mandamientos de Dios positivos y negativos; y a su alrededor hay un castillo de barro cocido, que es la educación del alma sensitiva en toda acción". (Ver más abajo bibliografía)

En la alegoria islamica y teresiana, las diferentes murallas del castillo simbolizan los obstáculos (tentaciones, pecados...) de los que el alma se ha de despojar en un proceso de purificación a través de varios niveles cuya finalidad será la "extinción" en la divinidad, utilizando una expresión sufí. 
Se descubren otros precedentes más inmediatos de tradición cristiana en los textos teresianos como el de la mística nupcial de gran sensualidad erótica, simbolizando la relación del alma con el Sumo Bien. Su punto de partida lo encontramos en la interpretración que realizara el autor paleocristiano Orígenes sobre el Cantar de los Cantares,  donde identifica a Cristo con el Eros platónico.

La mística barroca, teniendo como modelo la ascesis de Santa Teresa, expuso en diferentes obras literarias este itinerario simbólico o "camino de perfección" ilustradas con emblemas y alegorías dirigidas sobre todo a la formación de monjas de órdenes contemplativas. Entre esas obras, como bibliófilo me resulta especialmente atractivo el libro de fray Juan de Roxas y Auxa Representaciones de la verdad vestida, místicas, morales y alegóricas sobre las Siete Moradas de Santa Teresa..., publicada en 1677. 
Dejo a continuación todos los grabados representados con sensillez y encanto pedagógico que allí aparecen explicados por un estudioso actual de la emblemática barroca.



La alegoría teresiana del castillo interior
(descripción de grabados)
por
Santiago Sebastián



Portada de Representaciones de la Verdad Vestida de fray Juan de Roxas, 1677

El primer grabado de los que ilustran la obra de Roxas se refiere a la representación alegórica del castilllo, con las siete moradas superpuestas, y con las fachadas en ligero talud; el alma, en forma de paloma, penetra por la puerta y se aproxima hacia el Sol divino; la alimañas, símbolos de los vicios, quedan al exterior, en actitud de perseguir al alma. Al pie del castillo está la Santa Doctora con un libro en la mano, explicando lo contenido en él, que son las inscripciones colocadas a la altura de cada puerta.


Primer grabado de la Primera Morada

Como es conocido, las tres primeras moradas están dedicadas a las almas imperfectas, que no pueden gozar de un trato íntimo con Dios. Cada morada se explica por medio de dos grabados emblemáticos. En los de la Primera Morada vemos que el alma no puede emprender el vuelo; las cosa mundanas aún le atraen tanto como las espirituales, de ahí que bajo la balanza  aparezca la divisa TANTO MONTA.


Segundo grabado de la Primera Morada

En el segundo grabado la mano de la Divina Providencia muestra como señuelo al alma un rico collar de perlas, coronado de la cruz.


Primer grabado de la Segunda Morada

La Segunda Morada está dedicada a las almas que se abstienen de pecados graves, pero aún cometen veniales; en un grabado el alma, figurada como águila coronada, emprende vuelo hacia el sol, pero únicamente se le permite librarse de las sabandijas y alimañas;


 Segundo grabado de la Segunda Morada

en el otro grabado vemos al alma como un niño, asido a las ramas altas de una palmera, y que procura no desprenderse porque abajo lo espera el Demonio.


Primer grabado de la Tercera Morada

La Tercera Morada cobija a las almas que tienen temor de Dios, el cual es el principio de la sabiduría mística: la paloma emprende el vuelo más cerca de Dios, ya no siente la atracción de los deleites terrenos -el panal de miel-, que quedan para disfrute del oso y de las alimañas.


Segundo grabado de la Tercera Morada

En el otro grabado se presentan dos caminos para llegar a la morada celeste: unos lo hacen por el peligroso camino de una maroma elevada desde sus ricas mansiones terrenas, con ramos de flores en las manos, y difíclmente logran llegar, mientras que el camino de la cruz se ofrece como más seguro, aunque es más penoso.


Primer grabado de la Cuarta Morada

En la Cuarta Morada el alma puede realizar dos formas de oración, llamadas de recogimiento infuso y de quietud, que Dios concede a las almas aprovechadas que han entrado de lleno en la vida espiritual. Un grabado nos presenta una figura orante, cubierta de velo, en cuanto representa el recogimiento; ya no distraen al alma los accidentes humanos, y la figura durmiente del Niño-Dios declara que se trata de una forma de orar callada y silenciosa.


Segundo grabado de la Cuarta Morada

El otro grabado muestra al alma dentro de un jardín místico, cuyo pozo guarda la sangre de Cristo, pero hay que sacarla con arcaduces e industria, ya que Dios sólo la concede naturalmente a quien quiere.


Primer grabado de la Quinta Morada

La Quinta Morada representa al tercer grado de la oración sobrenatural, que es de la simple unión; en uno de los grabados vemos al divino Pastor que ha abierto la puerta del redil,


Segundo grabado de la Quinta Morada

mientras que el otro aparece una contraposición entre el topo, que muere en la tierra, donde está su anhelo, y el gusano de seda, que al convertirse en mariposa emprende el vuelo hacia el cielo.


Primer grabado de la Sexta Morada

La Morada Sexta corresponde al grado cuarto de oración, que es el de la unión plena o extática, cuando el alma recibe los grandes favores, pero también atraviesa las desolaciones de la terrible noche del espíritu; en un grabado vemos al alma intentando subir una montaña abrupta en la oscuridad, ya que el sol se oculta tras ella,


Segundo grabado de la Sexta Morada

mientras que en el otro grabado aparece la paloma del alma suspendida en los aires, a merced de la mano de Dios, mientras espera los misteriosos desposorios.


Primer grabado de la Séptima Morada

Por último, las Séptimas Moradas representan el grado superior de oración, cuando el alma ha logrado la verdadera transformación en Dios. Esto se explicita con tres grabados: en uno, el Amor divino abraza al alma en el momento de desposarse con ella, pero ésta dice: "Con mi amante unida vivo, / y, aunque tan dichosa soy, / no sé si en su gracia estoy." El divino Esposo le quita la venda de los ojos para que comprenda el misterio trinitario.


Segundo grabado de la Séptima Morada

En otro grabado, un niño lleva de una cuerda a la paloma, es decir, el alma es gobernada por el Amor divino.


Tercer grabado de la Séptima Morada

Esta Séptima Morada tiene un grabado más: una guitarrra templada por una mano de fuego, la de Dios; más cuidado, que una mano infernal pretende romper las cuerdas, y el alma puede morir, según indica el árbol seco de la parte inferior.



Lecturas:

Santiago Sebastian, Contrarreforma y Barroco. Alianza Editorial 1985

Abu-l-Hasan al-Nuri de Bagdad, Moradas de los corazones (Traducción del árabe, introduccción y notas de Luce López-Baralt) Trotta 1999


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