Foto: Trencadís (cerámica fragmentada) en el Parc Güell de Barcelona

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lunes, 9 de mayo de 2016

Nascentes morimur

Hendrik Goltzius, Quis evadet? (1594)

La fresca flor silvestre, fragante con el hálito privamaveral,
pronto se marchita, y su belleza perece.
Así la vida del hombre, decreciendo ya en el recién nacido,
desaparece como una pompa, como efímero humo.
(inscripción en la parte inferior del grabado))



Un pequeña pintura de Marten de Vos descrita como "alegoría de la vida y de la muerte", es motivo de un magistral estudio iconológico por parte de Rudolf Wittkower del Instituto Warburg.  En las composciones del manierismo tardío nada de lo representado se dejaba al azar, incluso lo aparentemente insignificante tenía un significado para los contemporáneos habituados a ese tipo de expresiones, obteniendo de su lectura una gran satisfacción. Cuanto más difícil era el desciframiento de la complejidad simbólica, mayor atracción ejercía la obra, algo que no era un objetivo en sí mismo, sino el medio visual por el que el observador obtenía una lección de índole moral o la revelación de una verdad última. El autor del ensayo nos propone una interpretación sobre cual sería exactamente la idea que el pintor quería transmitir en esta pintura, haciéndonos descubrir al mismo tiempo las fuentes clásicas y cristianas que le sirvieron de inspiración.
Sobre la obra en cuestión no se encuentra ninguna imagen en la web, ya que desde que fue subastada por Christi'es en 1939 se ignora su paradero, por lo que he recurrido a su reproducción en un grabado de la época que he dejado al comienzo de estas líneas, y que aparece ampliado más abajo cuando a él se hace referencia.


Muerte y Resurrección en un cuadro de Marten de Vos
(fragmentos)
por
Rudolf Wittkower



(...) El putto con la calvera es un conocido memento mori del Renacimiento. Parece que esta convinación apareció por primera vez en la medalla humanista de Giovanni Boldù de 1458, y a partir de ese momento este nuevo símbolo de la muerte demostró tener una fuerza extraordinaria.

Giovanni Boldù, 1458


Esto se debe no sólo al simbolismo obvio sobre la brevedad de la vida humana y el choque psicológico producido por el antagonismo visual de la infancia y la muerte, sino también a ciertas connotaciones específicamente clásicas como cristianas. Por otra parte, la infancia como estado de inocencia y pureza estimula pensamientos sobre el estado  en que debemos encontrarnos con la muerte. (...)
Si el niño con la calavera es un memento mori, el putto  haciendo pompas representa la transitoriedad y vanidad de la vida humana. El proverbio antiguo "homo bulla" -el Hombre es una burbuja-, procedente de Varrón y Luciano fue revivido y reintroducido en el simbolismo del Renacimiento a través de los Adagia de Erasmo. Encontramos la inscripción "homo bulla" ya en 1620 en las réplicas flamencas del melancólico San Jerónimo de Durero de 1521. (...)

Joos van Cleve, San Jerónimo (según Durero)


En un grabado  de 1594 Heindrik Goltzius (imagen de cabecera de esta entrada) había mezclado el putto que sopla burbujas con el tipo tradicional del putto con la calavera. Las dos ideas estrechamente relacionadas del memento mori  y la vanidad de la vida humana, resumidas en el lema del grabado: Quis evadet (¿quien se librará?), fueron expresadas en nuestro cuadro mediante dos protagonistas diferentes. Esto era lógico y hasta este punto el contenido del cuadro parece casi corresponder con la figura "sintética" de Goltzius. Pero aquí el pintor se aparta del camino trillado. La calavera está sobre espigas de cereal que brotan de debajo de ella. ¿Qué significa esto? La clave debe encontrarse en el versículo del Evangelio de san Juan (12, 24): "En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto". Y los siguientes versículos de la primera carta de San Pablo a los corintios ayudan a clarificar el símil: "Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vienen? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere" (15, 35-36); y más adelante: "Pues así en la resurreción de los muertos. Se siembra en corrupción y resucita en incorrupción -Seminatur corpus in corruptione, ut surget incorruptione" (15-42). (...) El paulino Seminatur corpus in corruptione, ut surget in incorruptione aparece con más color en el Apologético de Tertuliano: "Día tras día la luz muere y brilla una vez más; la oscuridad, a su debido tiempo, parte de nuevo y vuelve otra vez, las estrellas de la muerte vienen a la vida; las estaciones, cuando terminan, empiezan de nuevo; los cultivos maduran y retornan; sin duda la semilla debe perderse y disolverse para crecer más fructíferamente; todo es salvado al perderse; todo es re-modelado a partir de la muerte: certe semina non nisi corrupta et dissoluta fecundis surgunt, omnia pereundo servatur, omnia de interitu reformantur". (...)

El símil bíblico entre el trigo y el hombre no parece haber encontrado ningún eco en las artes antes de la Contrareforma. Entonces, de repente, surge en la literatura emblémática. La primera obra en que lo hemos encontrado es Divisas heroicas de Claude Paradin (Lyon 1557) donde el cuadro de los huesos con el trigo  brotando de ellos se muestra bajo el lema: "Spes altera vitae". (...) la imagen de los huesos y el trigo, aunque no muy ingeniosa, es una lógica expresión pictórica del símil. Emblema y lema fueron tomados en 1590 por Joachim Camerarius para su Symbolorum et Emblematum ex re herbaria desumtorum centuria. 

Emblema de Joachim Camerarius siguiendo a Claude paradine

Sin embargo, su comentario es mucho más explícito que el de Paradin. Tras este cuadro está la moraleja de que, para quienes saben que resucitan de nuevo físicamente, la muerte significa una vida nueva:

Securus moritur, qui scit se morte renasci:
Non ea mors dici, sed nova vida potest.

(...) Nuestro pintor, que quería combinar el putto y la imagen de la calavera con el símil  del hombre y el trigo, se había dado a sí mismo (o le dieron) una tarea imposible. Pues si conservaba con alguna pureza el tipo del putto con la calavera, tenía que hacer lo que hizo, a saber, poner la calavera encima de las espigas de trigo, inviertiendo con ello el orden lógico. Pero se debe decir en su favor que escogió una disposición pitóricamente plausible. Su fórmula para el símil del hombre y el trigo que parece ser única está sin embargo tan traída por los pelos como la divisa "homo bullens" (el hombre es una efímera burbuja) y lleva el sello característico de la "edad emblemática". La imagen emblemática de la calavera sobre las espigas de trigo en el primer plano está complementada y expuesta por escenas en el segundo plano.

Detalle del grabado que reproduce la pintura de Martin de Vos


Detrás del putto muerto hay un agricultor cortando el trigo maduro en el campo (recuadro azul de la imagen de arriba), ejemplificando así en las palabras de Tertuliano que la "semilla debe perderse y descomponerse para crecer más fructífera". Y detrás del campo y exactamente encima del símbolo del trigo y la calavera está -como cabía esperar- la Resurrección de Cristo (recuadro rojo). De este modo, el putto con la calavera no es aquí un simple memento mori, sino que representa al mismo tiempo la esperanza de la resurreción del hombre, y, como tal, incorpora una importante alusión a la muerte de Cristo. (...)
La interpretación del cuadro puede ir un paso más allá, pues existe un grabado, copia de aquél, con un dístico latino que resume su contenido. Además, el grabado ofrece una clave en cuanto al artista del cuadro. Está firmado "M. De Vos inv., R. Sadeler fec." El cuadro, por lo tanto, forma parte de la obra de Marten de Vos y debería datarse hacia 1600 o antes.

Reproducción en grabado del cuadro de Marten de Vos


La inscripción dice:


¿Qué es la vida sino una ligera burbuja, una brisa pasajera
que huye como la sombra, que perece como la hierba?
La muerte procede directamente del nacimiento, y, como final,
sigue al comienzo. Sólo la esperenza devota hace feliz.
Pues si el agricultor no entierra sus semillas en el campo,
no puede entregar el fruto de la cosecha a su dueño.
Así, si no confías el cuerpo mortal al sepulcro,
no habrá gloria de la resurrección de la carne.

(...) Las dos primeras líneas del poema expresan la fragilidad de la vida humana mediante las cuatro metáforas: burbuja, viento, sombra y vegetación. No hace falta decir nada más sobre la concepción de la burbuja; la comparación con la sombra está tomada casi literalmente del libro de Job: "Et fugit velut umbra" (14,2), mientras que la vegetación y el viento parecen parafrasear a Isaías 40,7: "Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pasa sobre ellos el soplo de Yahvé. Ciertamente hierba es el pueblo". Con las dos líneas siguientes sobre la reciprocidad de la vida y la muerte volvemos de nuevo a la literatura clásica. Traducen exactamente el sentido de las famosas y, desde el XV, frecuentemente citadas palabras de Manilius: "Nascentes morimur, finisque ab origine pendent" ("Morimos con el nacimiento, y el final es consecuencia inevitable del principio"). Con la referencia a la necesidad de esperanza, esas macabras líneas conducen al tema de la resurrección, y el resto del poema elabora la metáfora del trigo de la primera carta de Pablo a los Corintios.
El símil paulino posee una historia que tiene que ver con la apreciación plena de las intenciones de nuestro pintor. Cicerón, en Disputas tusculanas, cita el siguiente pasaje de Hipsipyle, la tragedia de Euripides:

La tierra debe volver a la tierra: entonces la vida toda
como la cosecha debe ser recogida. Así debe ser.


 Perséfone y Hades en el mundo de los muertos con una gavilla de trigo. Detalle de un relieve vótivo, 480-450 a.C. Locri, Italia


Los rituales primitivos de la vegetación que asocian el trigo con ideas de la muerte y resurrección encuentran aquí una sublimación poética. Más tarde, la concepción fue integrada por los filósofos estoicos. La encontramos en Marco Aurelio: "Nuestras vidas son cosechadas como espigas de trigo maduro, Y cuando uno cae, otro sin embargo nace"; y muy próxima a nuestro texto y al espíritu del cuadro está la frase de los Discursos de Epicteto: "Pero es una maldición para las espigas de trigo no ser nunca segadas. Por eso debemos saber que, en el caso de los hombres, no morir es también una maldición, igual que no madurar y no ser cosechado". Es conocida la influencia de las doctrinas estoicas en las cartas de San Pablo y, particularmente, en la doctrina central de la resurrección como se propone en 1 Cor. El cuadro de Marten de Vos fue concebido en una coyuntura en la que -ahora podemos concluir- el uso por parte de san Pablo de ciertos aspectos estoicos era conocido. (...)

Es en las Epístolas de Séneca donde encontramos la atmósfera del cuadro de Marten de Vos. El meditare mortem -estar dispuesto para la muerte en cualquier momento- es el tema de la Epístola 26, la Epístola 49 trata de "la apresurada huida del tiempo". Séneca vuelve una y otra vez sobre la idea de que la muerte es otra cara siempre presente de la vida: "El mismo día que ahora vivimos es compartido por nosotros y la muerte". (Epístola 24), y su seguridad en la resurrección tiene un aroma claramente cristiano: "Puesto  que estás destinado a regresar, debes marchar con mente tranquila" (Epístola 36). No es sorprendente que, una y otra vez, fuera considerado cristiano. (...)


Lecturas:

Rudolf Wittkower, La alegoría y la migración de los símbolos. Siruela 2006


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